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Devoción del 8 de diciembre

La jactancia de Pablo

Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más… Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por amor a él lo he perdido todo y lo tengo por basura, para ganar a Cristo y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que se basa en la Ley, sino la que se adquiere por la fe en Cristo…

Filipenses 3:4b, 7-9

Reanudando la historia de cómo Pablo aprendió el secreto del Nuevo Pacto, nos enteramos por el libro de Hechos que Pablo salió para Tarso a curar sus heridas, con su ego destrozado y sus planes sumidos en la desesperación. Durante diez años, no se oye de él de nuevo, no hasta que hay un despertar en Antioquía y la iglesia de Jerusalén manda a Bernabé a investigar. Cuando Bernabé ve que una gran multitud fue agregada al Señor (Hechos 11:24), se da cuenta de que se necesita ayuda.

Bernabé fue a Tarso a buscar a Saulo para traerlo a Antioquía. Así, durante todo un año, Bernabé y Saulo se reunieron con la iglesia y enseñaron a gran cantidad de gente. Era un Saulo diferente el que llegó a Antioquía con Bernabé. Escarmentado, humillado, enseñado por el Espíritu, comenzó a enseñar la Palabra de Dios, y desde allí se lanzó a la gran acometida misionera que le llevaría a los límites del imperio romano.

¿Cuál era la diferencia? Escribiendo a los corintios años más tarde, Pablo hace una breve referencia al suceso que dio lugar a una línea de enseñanza que culminaría en un claro entendimiento de lo que él vino a llamar el nuevo pacto. La iglesia de Corinto había escrito a Pablo y le había sugerido descaradamente que podría ser más efectivo si presumiera de vez en cuando de sus logros. A esto el apóstol replicó: Si es necesario gloriarse, me gloriaré en lo que es mi debilidad (2 Corintios 11:30).

Él continúa y especifica más acerca de su debilidad: En Damasco, el gobernador de la provincia del rey Aretas puso guardias en la ciudad de los damascenos para apresarme; y fui descolgado en un canasto desde una ventana del muro, y escapé de sus manos (2 Corintios 11:32-33). De eso, dice Pablo, es de lo que me glorío. Cuando me bajaron en un canasto, entonces empecé a comprender la verdad que ha cambiado mi vida y explica mi poder. ¿Cuál era esa verdad que cambia la vida?

Pablo lo expresa con sus propias palabras en su carta a los filipenses. La palabra que Pablo usa para lo tengo por basura se refiere al estiércol de corral común y corriente. Lo que una vez consideró que le cualificaba para ser un éxito ante Dios y los hombres (su linaje, su ortodoxia, su moralidad), ahora lo considera, como mucho, estiércol comparado con depender de la obra de Jesús en su interior. Ha aprendido a cómo cambiar desde el viejo pacto (todo viene de mí, nada viene de Dios) al nuevo pacto (nada viene de mí, todo viene de Dios).

¿Le han bajado a usted en una canasta ya? ¿Ha alcanzado ese punto que Jesús describe como bienaventurado? Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Ser pobre en espíritu es estar en total bancarrota ante alguna exigencia de la vida, y entonces descubrir que es una bendición porque le forzó a depender enteramente del Señor obrando en usted. En este punto es donde usted aprende la verdad del nuevo pacto.

Padre, enséñame a dejarlo todo detrás —mi linaje, la ortodoxia, la vieja moralidad— y gloriarme sólo de mis debilidades.

Aplicación a la vida

¿Cuáles son algunas de las debilidades de su vida y experiencia de las que podría gloriarse?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Ch 3: The Secret

Lea el mensaje de Ray