Falsa religión

Si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: «No uses», «No comas», «No toques»? Todos estos preceptos son sólo mandamientos y doctrinas de hombres, los cuales se destruyen con el uso. Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría, pues exigen cierta religiosidad, humildad y duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne.

Colosenses 2:20-23

Pablo está describiendo un celo hiperdesarrollado que va mucho más allá de la verdadera disciplina cristiana y que busca complacer a Dios con formas extremas de autonegación. La entrega y la disciplina son una parte propia de la vida cristiana. Usted frecuentemente debe forzarse a hacer lo que Dios quiere que haga, simplemente porque usted le ama. Ese es el motivo apropiado para hacerlo. Pero puede que haga de la disciplina un dios. Puede tener un deleite pervertido en forzarse a hacer cosas difíciles, que ganen la aprobación de otros, y de Dios también.

Pero el apóstol dice que todo eso está mal. Algunas formas menos graves de ello adoptan lo que él describe como actitudes negativas: ¡No uses!, ¡No comas!, ¡No toques!. Yo crecí en iglesias que enseñaban que había ciertas cosas que los cristianos siempre deben evitar y si usted observaba estos tabús, no sólo sería aceptable para la comunidad religiosa, sino que estaría, en realidad, complaciendo a Dios. Se me enseñó que los cristianos nunca beben, bailan, fuman, van al cine, juegan a las cartas, ni leen novelas. No niego que abstenerse de algunas de estas cosas es una disciplina del espíritu perfectamente correcta, pero cualquier idea que afirme que, por el hecho en sí mismo de renunciar a algunas cosas, está complaciendo a Dios, está equivocada.

Pero, ¿qué tienen de malo estas prohibiciones? Primero, demuestran que usted no entiende su muerte con Cristo. Pablo pregunta: Si habéis muerto con Cristo, ¿por qué os sometéis a estos preceptos?. Esto se convierte en legalismo, que es procurar la santidad por medio del esfuerzo propio, en lugar de aceptar la santidad que Dios da gratuitamente por fe, y a través de la obra de la cruz. Un legalista mira a la vida y dice: Todo está mal, a menos que pueda probar por la Biblia que está bien. Eso reduce la vida a un estrecho rango de actividad. Pero el cristiano bíblico mira a la vida y dice: ¡Todo está bien! Dios nos ha dado el mundo para disfrutarlo y vivir en él. Todo está bien, a menos que la Biblia diga específicamente que está mal. Si estamos dispuestos a obedecer a Dios en los aspectos que Él señala como malos, tenemos el resto de la vida para llenar en compañía de un Salvador que nos ama, nos guía y nos guarda en nuestro caminar con Él.

Segundo, estas cosas no valen para refrenar los apetitos de la carne. Exteriormente, la gente puede parecer dedicada y disciplinada, pero interiormente el pecado rabia sin control. Por dentro están enojados, resentidos, llenos de espíritu de venganza. Muchos cristianos están intentando regular el exterior, en lugar de caminar en la plenitud de la vida con Cristo, encontrando la pureza y limpieza que sólo Él proporciona.

Señor, todavía hay veces en que trato de complacerte con religión. Gracias porque me aceptas como tu amado hijo en Cristo, tal y como soy.