Job and his Friends, True Faith Tested

Devoción del 24 de diciembre

Cuando nos arrepentimos

Escucha, te ruego, y hablaré. Te preguntaré y tú me enseñarás. De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven. Por eso me aborrezco y me arrepiento en polvo y ceniza.

Job 42:4-6

Fíjese usted en la diferencia: “De oídas te conocía, mas ahora mis ojos te ven”. El ojo interior del corazón ve la naturaleza de Dios. ¿Y cuál es el resultado? Job dice: “me aborresco”.

Eso es arrepentimiento. Lo que está realmente haciendo Job es estar de acuerdo con lo que dice Dios acerca de él. De hecho está diciendo: “Tienes razón, Señor. He percibido las cosas de manera equivocada. No sé lo suficiente para empezar a desafiar la sabiduría del Todopoderoso. Soy un hombre ignorante y limitado, que habla sin ni siquiera saber lo que está diciendo. Tienes toda la razón, Señor, soy yo”.

A continuación vuelve a citar a Dios: “Escucha ahora y yo hablaré, te preguntaré y tú debes contestarme”. Está diciendo: “Señor, también tienes razón sobre eso. He sido un hombre arrogante. Había pensado que podía contestar Tus preguntas y que incluso te haría preguntas a Ti que Tú podrías contestar. Señor, he sido un hombre arrogante. Ahora me doy cuenta de ello. Algo en mi interior ha sido orgulloso, ambicioso, pagado de mí mismo y confiado en que tenía la razón, pero he estado equivocado todo el tiempo”. Así que dice: “Señor, me aborresco”.

Job no ha estado nunca en este lugar con anterioridad y está aprendiendo por fin la lección más dura de la vida, lo que Dios intenta enseñarnos a todos nosotros: El problema no está nunca en otros o en Dios; el problema está en nosotros y es un problema que sólo Dios puede tratar. Nosotros no estamos equipados para resolverlo; lo único que podemos hacer es ponerlo de nuevo en Sus manos de gracia.

Da la impresión de que Dios ha humillado a Job y que ha hecho que este pobre hombre, con el corazón destrozado, se encuentre en el polvo de una manera que es casi cruel. Pero no es crueldad, es amor, porque al llegar a este punto, cuando Job por fin ha dejado de intentar defenderse y justificarse a sí mismo, Dios empieza a sanar y a derramar bendiciones en la vida de este hombre con las que él nunca había soñado.

Ésta es la historia de todas las Escrituras, ¿no es verdad? Por todas partes las Escrituras intentan decirnos esto. Jesús dijo: “Bienaventurados los pobres de espíritu, los hombres y las mujeres que están arruinados en sí mismos, que han dejado de contar con lo que tienen para conseguirlo. Bienaventurados los pobres de espíritu porque de los tales es el reino de los cielos”.

Dios empezará a sanar la vida de la persona que se arrepienta ante Él y la llenará de bendición, honor, gloria y poder. Ninguna de las cosas orgullosas a las que nosotros nos aferramos valdrá ni la más mínima porción de la gloria y el gozo que hemos descubierto teniendo una relación con Dios mismo.

Padre, te doy gracias por este penetrante vistazo a mi propio corazón. He sido muy orgulloso; me he dejado llevar intentando justificarme a mí mismo con quejas ante Ti. Enséñame a poner mi mano sobre mi boca y a admitir ante Ti que yo soy el que con frecuencia tiene el problema, para que Tú me puedas sanar y restaurar.

Aplicación a la vida

La asombrosa humildad de la encarnación de Cristo dio a luz a la familia espiritual de Dios. Cuando nos arrepentimos, ¿nos damos cuenta humildemente de la diaria asombrosa gracia y misericordia de Dios?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

The Nature of God

Lea el mensaje de Ray