Stained Glass Window of Christ with His Disciples
Devociones diarias

Juan 13-17: Secretos del Espíritu

Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre. (Juan 20:31)

Este evangelio fue escrito por el discípulo de quien fue dicho que "Jesús lo amaba". Juan fue el amigo íntimo más cercano de nuestro Señor durante los días de Su ministerio; ello implica que es un evangelio muy importante.

  1:  Una parábola viviente Juan 13:1-2
  2:  El drama de la redención Juan 13:3-5
  3:  Humildad orgullosa Juan 13:6-9
  4:  Cuando no necesita usted un baño Juan 13:10-11
  5:  Lavando los pies Juan 13:12-17
  6:  Ninguna otra manera Juan 13:18-20
  7:  El punto sin retorno Juan 13:21-30
  8:  El secreto de la gloria Juan 13:31-35
  9:  ¿Traición o negación? Juan 13:36-38
10: La cura para los corazones angustiados Juan 14:1-3
11: Lo inclusivo y lo exclusivo de Jesús Juan 14:4-7
12: El secreto de su ser Juan 14:8-11
13: Las más grandes obras Juan 14:12-14
14: En Su nombre Juan 14:13-14
15: El secreto de nuestra identidad Juan 14:15-20
16: ¿Qué se requiere para obedecer? Juan 14:21-26
17: La herencia de la paz Juan 14:27-31
18: La viña de Dios Juan 15:1-3
19: Activa y pasiva Juan 15:4-11
20: El mayor amor Juan 15:12-17
21: El testigo Juan 15:18-16:3
22: El Espíritu, el mundo y usted Juan 16:4-11
23: Todo lo que es mío es tuyo Juan 16:12-15
24: Del sufrimiento al gozo Juan 16:16-24
25: Una clase de paz diferente Juan 16:25-33
26: Una oración pidiendo gloria Juan 17:1-3
27: Pidiendo en oración lo que ha sido prometido Juan 17:4-8
28: Jesús ora por los Suyos Juan 17:9-10
29: En el mundo Juan 17:11-19
30: La verdadera unidad Juan 17:20-23
31: Nuestra gran esperanza Juan 17:24-26

Introducción a las devociones de julio

El pasaje conocido como el discurso en el aposento alto en el evangelio de Juan, capítulos 13 al 17, presenta los pensamientos íntimos de Jesús justo antes de Su crucifixión. Algunos han llamado a éste el "Lugar santísimo” de las Escrituras. Es decir, si piensa usted en las Escrituras como un templo, éste es el santuario, donde se encuentra usted ante la presencia misma de Dios. Por medio de las palabras de Jesús a Sus discípulos, se nos permite entrar en Su pensamiento y en Sus emociones justo antes de Su crucifixión. Pocas horas después del tiempo que pasó en el aposento alto, el Señor estuvo colgado de una cruz. Menos de veinticuatro horas después, estaba muerto y había sido enterrado. Por lo tanto, éstas constituyen las últimas palabras de Jesús antes de Su muerte.

Debido a que todo el poder en los cielos y en la tierra había sido depositado en manos de Jesús, Él estaba, en cierto sentido, dirigiendo Su propia muerte; estaba encargado de los acontecimientos. En lugar de ser una víctima impotente de las circunstancias sobre las que no tenía control, Él mismo fue quien determinó lo que habría de suceder. ¡Nosotros podemos ver Su autoridad en el huerto cuando los soldados vinieron a arrestar a Jesús y Él les habló a ellos con tal poder que cayeron hacia atrás en tierra! ¿Quién tuvo el control aquí? Fue Él quien lo tuvo durante el curso de todos estos asombrosos acontecimientos.

En este profundamente penetrante pasaje, nuestro Señor está descubriendo lo profundo de Su corazón ante Sus discípulos, intentando impartirles el secreto de Su vida, el secreto que es la explicación de esas asombrosas palabras que pronunció Él y esas asombrosas obras que realizó. Ese secreto tiene que ver con Su relación con Su Padre, y esa relación es lo que enfatiza Jesús al hablar con estos discípulos.

En este pasaje, Jesús explica algunos formidables conceptos, para que tanto ellos como nosotros los pudiésemos entender. Él les dice que va a enviar a un reemplazo de Sí mismo, el Espíritu Santo. Otro Consolador, otro Fortalecedor viene de camino, y cuando venga no estará sencillamente con ellos, sino en el interior de ellos. La fortaleza de estos hombres no procedería del exterior, como cuando Jesús fue su Consolador, sino que procedería del interior.

De esta manera establece la prominente característica del día del Espíritu, en el que vivimos. Les dice que la obra principal del Espíritu será tomar la vida de Jesús y entregarla a estos creyentes. Ésta es la gran y maravillosa verdad que las Escrituras ponen ante nosotros. Cuando vino el Espíritu para liberar la vida de Jesús en Sus discípulos, ellos pudieron vivir por medio de Él, de la misma manera que Él había vivido por medio del Padre. Éste es el fantástico secreto que hace posible el cumplimiento de las grandes exigencias de la vida cristiana. El cristiano vive conforme al mismo principio que lo hizo Jesús. Al vivir Él por medio del Padre, dependiendo y depositando Su confianza en Él momento tras momento, también nosotros debemos vivir por medio del Hijo, dependiendo y confiando en Él.

Al examinar detenidamente este pasaje, empezaremos a ver más claramente en el interior del corazón de nuestro Señor, en Su comprensión absoluta de nuestras necesidades; veremos Sus preparativos y provisión para nosotros, y entenderemos más claramente cómo debemos llevar un fruto que permanezca.