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Devoción del 26 de abril

Sin levadura

A los quince días de este mes es la fiesta solemne de los Panes sin levadura en honor a Jehová; siete días comeréis panes sin levadura.

Levítico 23:6

Ligada con la Pascua estaba la fiesta de Panes sin levadura. Comenzaba en el día quinceavo, duraba siete días, y terminaba. Esta fiesta de nuevo miraba hacia Egipto, al mandamiento que dió Dios entonces a los israelitas de que debían deshacerse de toda la levadura en sus casas. Hasta hoy, los judíos ortodoxos se deshacen de toda la levadura para la época de Pascua.

La levadura es un símbolo apto de aquello en las vidas humanas que tiende a inflarnos. Eso es lo que hace la levadura en el pan; hace que se hinche. Hay algo que obra en nosotros que nos hace inflarnos, hincharnos. Un doctor me dijo una vez: “La cosa más extraña de la anatomía humana es que si le das una palmada en la espalda, la cabeza se le hincha”.

¿Por qué es eso? Hay un principio obrando en nosotros que nos lleva a ser autosuficientes. Tú sabes lo universal que es esa tendencia. “¡Mamá, por favor, preferiría hacerlo yo mismo!”. No queremos ninguna ayuda. Ni siquiera queremos decirle a la gente nuestros problemas, dejarles saber que no somos suficientes por nosotros mismos. Todos nosotros tenemos esta tendencia a querer proteger nuestras imágenes y aparecer como si todo nos fuera perfecto y no necesitáramos ayuda. Si alguien nos enfada al ofrecernos ayuda, les decimos: “¡Piérdete!”, “¡Vete al cuerno!”, “¡No te necesito!”. Eso es la levadura. Puede tomar todo tipo de formas. Jesús habló a menudo sobre la levadura. Dijo: “Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía” (Lucas 12:1b), o sea, lo que es el fingir. Los cristianos hacemos eso mucho, ¿no es cierto? Fingimos que no tenemos ningunos problemas cuando sí que tenemos. Fingimos que somos espirituales cuando no lo somos. Fingimos que estamos alegres cuando estamos descontentos y llenos de miseria en el interior. Fingimos que decimos la verdad cuando no es así. Eso es hipocresía, levadura que viene de la maldita aversión a admitir que necesitamos ayuda.

Jesús habló sobre la levadura de los saduceos, que era racionalismo, la negación de lo sobrenatural, el sentido de que todo puede ser explicado por lo que puedes ver, gustar, tocar, oler y sentir; que no hay ningún poder más allá del hombre, y que el hombre es suficiente por sí mismo (Mateo 16:5-12).

Nuestro Señor habló de la levadura de los herodianos (Marcos 8:14-21), que eran materialistas. Vivían para el placer, la comodidad y el lujo, y para el status y el prestigio y el favor de la gente. Tenían el oído pegado al suelo, para poder manipular y maniobrar políticamente y así poder avanzar ellos mismos.

De eso se trata la fiesta. Previo a ella, a través de la Pascua, Dios comienza Su obra con la sangre del Cordero para protegernos de Su ira, para que podamos aprender a ser liberados de la levadura.

Padre, gracias, porque Tú estás obrando en mí por medio de la muerte de Jesús, el Cordero pascual, para liberarme de la levadura.

Aplicación a la vida

La levadura es simbólica de las actitudes que son antitéticas a cada aspecto de un discipulado que deleita a Dios y que es fructífero. ¿Estamos abiertos a identificarlas; estamos ansiosos de la renovación de la mente y el corazón?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

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