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Devoción del 25 de febrero

Acuérdate de Jesucristo

Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de los muertos.

2 Timoteo 2:8

Este versículo es una pauta para lidiar con las dificultades de la vida. Jesús de Nazaret, resucitado de los muertos, el que estaba junto al mar de Galilea después de la resurrección y les dijo a Sus discípulos: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18). Jesús, Señor de la vida, Señor de la historia, Señor de la naturaleza, Señor de los sucesivos siglos aún por venir. Jesucristo, el Cristo realmente humano, uno de nosotros, parte de la humanidad, con una historia, un linaje y una genealogía a la que se podía remontar. Ése es el evangelio que Pablo predicaba, las buenas noticias para hoy. Se me ocurre que éste es el mensaje que necesitamos oír nuevamente, porque es un mensaje que parece que olvidamos muy fácilmente.

Jesús es el Consejero divino, el Compañero divino disponible para remediar nuestra necesidad. Si nos tomáramos esta verdad en serio, nos haría capaces de experimentar victorias inmediatas sobre la lujuria, el alcoholismo, los temperamentos explosivos, las palabras cáusticas, los miedos morbosos, los sentimientos de culpabilidad y la autojustificación engreída y complaciente. Seríamos liberados de todo eso si en el momento de presión y tentación nos acordáramos de Jesucristo, resucitado de los muertos. Seríamos liberados de la soledad, la codicia, la envidia, el vacío y la inquietud. Nos convertiríamos en personas íntegras, bien adaptadas, equilibradas y cariñosas, capaces de sobrellevar la vida sin importar lo que ésta traiga. Eso es lo que Cristo vino a hacer a este mundo.

¿Es esto una exageración? No, si juzgamos por el testimonio de los cristianos. Recuerde que Pablo escribió a los filipenses que había aprendido a estar contento sin importar las circunstancias (Filipenses 4:11). Pablo había aprendido el secreto del contentamiento. ¿Qué clase de contentamiento? Sé vivir humildemente y sé tener abundancia (Filipenses 4:12). Tanto si tenía lo que necesitaba, como si no tenía nada en absoluto, sabía cómo estar contento. Y nos dice cuál es el secreto: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece (Filipenses 4:13).

Es muy importante para nosotros ver que Jesús está ahí, no para hacer lo que pensamos que se necesita hacer, sino lo que Él piensa que hay que hacer. Muchos cristianos no logran aferrarse a esta promesa porque quieren usar a Jesús para realizar su programa; quieren usarlo para solucionar las cosas de acuerdo con sus planes. Alguna gente piensa que Jesús es el genio de la lámpara mágica, a la que pueden frotar y ahí aparece, haciendo reverencias y genuflexiones y diciendo: Sí, amo, ¿qué desea?. No, Jesús está ahí para curtirnos, para motivarnos, para fortalecernos, para estabilizarnos, a fin de que no entremos en pánico, no nos rindamos, no nos volvamos locos de ira, lo echemos todo por la borda e intentemos huir y escondernos. Jesús está ahí para darnos fuerza para vivir. Éste es el secreto del que está hablando Pablo: Acuérdate de Jesucristo, resucitado de los muertos.

Padre, en medio de todas las exigencias de mi vida en este momento, ayúdame a recordar a Jesucristo, resucitado de los muertos.

Aplicación a la vida

Pida al Espíritu Santo que le ayude a practicar el reconocimiento de la presencia de Cristo en las circunstancias cotidianas.

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

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