Jesus Feeding the 5,000

Devoción del 12 de mayo

La verdadera oración

Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

Lucas 18:13-14

A diferencia del fariseo, el cual se apoyaba a sí mismo, con la vista alzada a Dios de la manera apropiada, este hombre llegó al templo y se paró mirando hacia abajo. Él no adoptó la postura propia de la oración. Ni siquiera estaba en el sitio correcto. Todo lo que pudo hacer fue golpearse el pecho y decir: Dios, sé propicio a mí, pecador. Él creía que sin Dios no podía hacer absolutamente nada para remediar su situación: Soy un pecador, Señor, es todo lo que puedo decir. No tengo nada que añadir.

Sorprendentemente, no intenta añadir alguna cosa de mérito. No dice: Señor, sé propicio a un pecador penitente. Él era penitente, pero no ansía presentarlo como base para reclamar la bendición de Dios. No dice: Dios, sé propicio conmigo que soy un pecador reformado. Voy a ser diferente de ahora en adelante. No menciona tal cosa. No dice: Dios, sé misericordioso conmigo que soy un pecador sincero. Él desecha todo eso. Dice: Señor, no tengo a nadie a quien acudir sino a ti.

La oración auténtica es siempre un reconocimiento de la suficiencia divina. Este hombre dijo: Dios, sé propicio a mí; esto es verdadera oración. Nuestra ayuda tiene que estar en Dios. Este hombre no buscó ayuda en ningún otro lugar. No dijo: Señor, quizás ese fariseo ahí de pie pueda ayudarme. No, él dijo, Dios, sé propicio a mí. Escondida en las palabras sé propicio está la maravillosa historia de la venida de Jesucristo, la cruz ensangrentada, y la resurrección. Las palabras de este hombre significan: apacíguate conmigo, es decir, habiendo sido satisfecha tu justicia, Señor, ahora muéstrame tu amor. Creyó que la justicia de Dios estaba a su disposición, lo cual Jesús confirmó; él descendió a su casa justificado. Fue transformado; era diferente; fue hecho íntegro. Echó mano de lo que Dios dijo y le creyó. Y la oración también es eso. La oración es más que pedir; la oración es tomar. La oración es más que suplicar; la oración es creer. La oración es más que palabras que se dicen; es una actitud continua.

¿Cuántas veces al día necesita usted algo? ¡Esas son las veces que debería orar! Siempre que vea una necesidad, hay una oportunidad de elevar su corazón inmediatamente hacia Dios y decir: Dios, sé propicio; remedia esta necesidad. Mi esperanza, mi ayuda, mi todo está en Ti en este momento. No importa si es solamente atarse los zapatos, fregar los platos, escribir una carta o hacer una llamada telefónica; en cualquier necesidad, ese es el momento oportuno para orar.

Padre Santo, te pido que pueda yo empezar a vivir una vida de oración. No tengo otra ayuda, pero Tú eres totalmente suficiente. En esto confío. Amén.

Aplicación a la vida

¿Qué clase de necesidad tengo ahora? ¿Cómo puedo convertir eso en oración?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

What to Do While Waiting

Lea el mensaje de Ray