Christians Gathered and Sharing Theirs Lives Together

Devoción del 2 de enero

Buscando la voluntad de Dios

La voluntad de Dios es vuestra santificación.

1 Tesalonicenses 4:3a

¿Hay algún problema más difícil para un cristiano que el problema de encontrar la voluntad de Dios? Existen, por supuesto, algunos cristianos que, al abordar el asunto de encontrar la voluntad de Dios, chasquean los dedos y siguen su propio camino, dando lugar a muchas preguntas serias acerca de si son cristianos de verdad. Pero, para cualquiera que se tome la fe cristiana en serio, éste es un asunto desconcertante, y se siente perturbado por esta pregunta: ¿Cómo puedo saber la voluntad de Dios?.

Es altamente significativo descubrir cómo se aborda esta cuestión normalmente. La voluntad de Dios es frecuentemente concebida como una especie de programa. Esta idea se refleja en las preguntas que se hacen: ¿Cómo puedo saber lo que Dios quiere que haga? ¿Con quién pretende Dios que me case? ¿De qué clase de negocios quiere Dios que me ocupe? ¿Que línea de trabajo debería seguir? ¿Dónde debería vivir?

Tales preguntas indican que, en las mentes de los que las hacen, el problema de encontrar la voluntad de Dios ha venido a convertirse en una cuestión de orientación. ¿Cómo me indicará Dios Su elección? ¿Cuáles son las señales que debo mirar para saber, de entre dos o tres posibles objetivos, cuál es el correcto? ¿En qué medida influyen las circunstancias? ¿En qué medida me puedo guiar por lo que me ocurre? Éstas son las preguntas usuales que este asunto de la voluntad de Dios suscita.

Si abordamos el problema de esta manera, nunca llegaremos a una respuesta satisfactoria. Empezamos con mal pie cuando lo hacemos así. Hablo basándome en años de frustración, durante los cuales yo intentaba encontrar la voluntad de Dios justamente de esa manera. Pasa lo mismo con muchas de las preguntas que nos confunden sobre de la vida cristiana. Muy frecuentemente las abordamos de manera equivocada, pues la voluntad de Dios no es un programa, sino una relación. No es lo que usted hace; es lo que usted es. No es principalmente una cuestión de orientación (eso es una parte, hay que admitirlo, pero es una parte de poca importancia); es, en realidad, una cuestión de aceptación.

Es obvio que, sea lo que sea, lo que signifique la santificación tiene que ver más con lo que somos que con lo que hacemos. La palabra santificación viene de la misma raíz que la palabra sagrado. ¿Qué queremos decir cuando decimos que una cosa es sagrada? Llamamos a la Biblia la Sagrada Biblia. ¿Qué es lo que la hace sagrada? La tierra de Israel es llamada la Tierra Sagrada, y a la ciudad de Jerusalén la llaman la Ciudad Sagrada. ¿Por qué? Porque todas ellas pertenecen a Dios. La Biblia es el libro de Dios; Israel es la tierra de Dios; Jerusalén es la ciudad de Dios; ¡son propiedad de Dios! Por eso es por lo que son sagradas, porque pertenecen a Dios. Quizás una de las maneras más útiles de expresar la voluntad de Dios es decirlo de esa manera tan práctica: La voluntad de Dios es vuestra santificación, que os convirtáis en propiedad de Dios.

Padre, gracias por estas poderosas verdades, por saber que toda la gloria y la belleza de la vida pueden ser realizadas en mí, al cumplir yo Tu voluntad y convertirme en Tu propiedad, tal como era Tu intención.

Aplicación a la vida

¿Cómo cambia esta definición de santificación la manera en que usted piensa sobre conocer y buscar la voluntad de Dios en su vida?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Finding the Will of God

Lea el mensaje de Ray