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Nuevo Testamento

1 Tesalonicenses: Esperanza para un mundo sin esperanza

Autor: Ray C. Stedman


La primera epístola de Pablo a los tesalonicenses fue además la primera epístola que escribió el apóstol. Fue escrita a una iglesia que realizaba grandes esfuerzos, pero al mismo tiempo enérgica, que hacía solo unos meses que había comenzado y que estaba compuesta por cristianos que acababan de venir a Cristo gracias al ministerio de Pablo. Es una epístola deliciosamente reveladora, que muestra los sentimientos del apóstol hacia estos recién convertidos, además de las luchas que existían en la iglesia primitiva.

En ocasiones tenemos unas ideas bastante distorsionadas con respecto a estos cristianos primitivos, con tendencia a considerarles siempre como personas triunfantes, siempre luchando con energía y obteniendo siempre grandes victorias en Cristo; pero también tenían graves problemas, algunos de los cuales se reflejan en esta epístola, que fue escrita alrededor del 50 d.C. y posiblemente fuese la primera parte de nuestro Nuevo Testamento en ser escrita. La mayoría de los eruditos creen que los evangelios fueron escritos alrededor del mismo período o poco después, aunque algunos afirman que el evangelio de Mateo y posiblemente el de Marcos, aparecieron alrededor del 43 o el 45 d.C. Sea como fuere, esta epístola es por lo menos uno de los primeros escritos cristianos.

La historia acerca de cómo fundó Pablo esta iglesia la relata el capítulo diecisiete de Hechos. Después de que él y Bernabé fuesen encarcelados en Filipos por haber predicado el evangelio, un terremoto hizo temblar las puertas de la prisión, haciendo que los prisioneros quedasen en libertad. Pablo fue entonces puesto en libertad por los magistrados romanos y se marchó de Filipos, yendo a Tesalónica. Muchos de los lugares en los que Pablo predicó han quedado en ruinas, pero Tesalónica sigue siendo una ciudad floreciente, una metrópolis bulliciosa. En aquella época fue la capital de Macedonia, pero en la actualidad se encuentra en Grecia y sigue llamándose por el mismo nombre.

Basándonos en el relato de Hechos, nos enteramos de que Pablo llevaba solo tres semanas allí cuando se produjo la persecución y tuvo que abandonar la ciudad por su propia seguridad, marchándose a Atenas, y desde allí envió a Timoteo de regreso a Tesalónica con el fin de que averiguase cómo les iba a los cristianos, porque estaba preocupaba por ellos, pensando que tal vez la persecución a la que se estaban viendo sometidos les apartaría de su fe.

Se fue a Corinto, donde fundó la iglesia después de varios meses de difíciles trabajos. Después de algún tiempo, Timoteo regresó junto a Pablo procedente de Corinto, trayéndole noticias acerca de cómo les iba a los tesalonicenses y contándole algunos de los problemas con los que se enfrentaban. Al leer por entero esta breve epístola, nos damos cuenta de que son la clase de problemas con los que también nosotros nos enfrentamos.

Para empezar, dondequiera que iba el apóstol Pablo se veía acosado por un grupo de judíos que extendieron el rumor de que por el hecho de no ser uno de los doce originales, no era un verdadero apóstol. Eso no fue solo un problema para Pablo, sino también para los tesalonicenses, y además, los paganos de Tesalónica perseguían implacablemente a los cristianos, amenazándoles, quitándoles sus propiedades, de manera que estos primeros cristianos, posiblemente a las tres o cuatro semanas de haber aceptado al Señor, fueron llamados a soportar toda clase de dificultades por causa de Cristo.

En aquella ciudad, como en todas las ciudades griegas, la promiscuidad sexual era corriente y hasta estaba considerada como un derecho religioso, y el llevar una vida de castidad era ser considerado como un monstruo. Por lo tanto, como sucede actualmente, se ejercía una enorme presión sobre estos recién convertidos para que se amoldasen y siguiesen las mismas costumbres sexuales de aquellos días.

El principal problema de esta iglesia era, sin embargo, que no habían entendido ni mucho menos lo que era la segunda venida de Jesucristo. Era evidente que el apóstol les había dicho algo, pero se sentían confusos al respecto, lo cual producía otro grave problema. Algunos de ellos estaban esperando que Cristo regresase tan pronto que, de hecho, habían dejado de trabajar y estaban esperando que Él viniese. Como no se estaban ganando la vida, alguien tenía que ocuparse de ellos, y eran como sanguijuelas para el resto de la congregación. Además, se estaban creando tensiones entre la congregación y los dirigentes de la iglesia, que precisaban de alguna advertencia a fin de resolverlas, y, finalmente, había aquellos que se mostraban un tanto indiferentes a la obra del Espíritu Santo entre ellos y a la verdad de Dios, tal y como la proclamaban las Escrituras.

¿Le suenan familiares estos problemas? Podemos pensar que también nosotros nos encontramos en circunstancias bastante parecidas a las de la iglesia de Tesalónica. La epístola se divide, de manera sencilla, en dos divisiones principales. En los primeros tres capítulos, el apóstol está sencillamente hablándoles con el corazón en la mano en lo que se refiere a su relación con ellos, y a esto sigue una sección muy práctica, dando consejos acerca de cómo comportarse en medio de las presiones que nos rodean.

En esta primera sección, Pablo abre su corazón a estos cristianos primitivos, temiendo que hubieran podido pensar equivocadamente que el hecho de marcharse de Tesalónica venía a ser como si les abandonase a la persecución, por lo que les recuerda que él mismo acaba de pasar por un período de terrible persecución en Filipos y que sentía una profunda preocupación por ellos en su corazón. La clave de todo ello es el principio mismo:

Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza... (1 Tesalonicenses 1:3a)

Estas tres cosas caracterizaban a estos creyentes tesalonicenses: la obra de su fe, la de su amor y su constancia en la esperanza, que están detalladas con más claridad un poco más adelante, en la última parte del versículo nueve, donde leemos: "cómo os convertisteis de los ídolos a Dios", que era la obra de la fe; se volvieron a Dios de estos ídolos paganos a los que habían estado adorando para "servir al Dios vivo y verdadero", que era su trabajo de amor, convirtiéndose en instrumentos a disposición del amor de Dios y, en tercer lugar, para "esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de entre los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera" (1 Tesalonicenses 1:9-10). Y está además la expresión de la paciencia, perseverando en esperanza hasta la venida de Su Hijo del cielo.

Resulta interesante que estas cosas formen un breve bosquejo, insertado en el texto mismo, para guiarnos a fin de que entendamos estos tres primeros capítulos: La obra de la fe, el trabajo del amor y la constancia en la esperanza, en los capítulos uno, dos y tres.

Se podría decir acerca de estos cristianos primitivos que "se separaron, sintonizaron y se iluminaron". Se separaron de la corriente de la sociedad, del mundo en el que vivían (no apartándose de él, porque, de hecho, extendieron el evangelio por toda la región), se desconectaron de las actitudes y de las estructuras de poder y los valores del mundo en el que vivían y se conectaron con la gracia de Dios en Jesucristo y recibieron la Palabra.

El apóstol nos está recordando aquí que lo que él decía no eran palabras de hombres; "no llegó... en palabras solamente, sino también en poder, en el Espíritu Santo" (1 Tesalonicenses 1:5). Y estuvieron pendientes, esperando con verdadero anhelo la venida del Hijo de Dios. Tenían un motivo para vivir, una razón, y sentían esperanza en medio del mundo sin esperanza que les rodeaba.

Un equipo arqueológico, que estaba trabajando en la misma ciudad de Tesalónica, se encontró con un antiguo cementerio del primer siglo, y entre las lápidas paganas hallaron una que estaba inscrita en griego y que decía: "No hay esperanza". Pero aquí, en una iglesia de esa misma ciudad, había aquellos que habían descubierto la perseverancia basada en la esperanza; que esperaban la venida del Hijo de Dios, que es precisamente lo que hace que se sienta paz en el corazón en medio de los peligros y de las persecuciones. Eso es lo que hace posible contemplar un mundo, que aparentemente se está desmoronando, y mantener la calma porque Dios tiene el control y Él sabe lo que está haciendo. Y Pablo anima a estos tesalonicenses por medio de estas palabras.

El capítulo dos es una maravillosa descripción del trabajo de amor, no el de ellos en esta ocasión, sino el de Pablo, y aquí encontramos una maravillosa descripción de su ministerio:

Os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo, trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios... sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvierais como es digno de Dios, que os llamó a su Reino y gloria. (1Tesalonicenses 2:9-12)

Y eso fue lo que hicieron, porque dice:

Vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea... (Tesalonicenses 2:14a)

Este es el servicio, el trabajo de amor.

El capítulo tres es un relato acerca de cómo Pablo les envió a Timoteo, y éste a su vez le contó a Pablo la persecución a que se estaban viendo sometidos, a pesar de lo cual permanecían firmes en medio de todo ello; y hay una maravillosa descripción de la paciencia y constancia en la esperanza, lo cual les permitía soportar con gozo durante los tiempos difíciles.

Los capítulos cuatro y cinco, la sección práctica de esta epístola, se dividen en cuatro breves partes, que exponen los problemas con los que se enfrentaba esta iglesia. La primera exhortación que hace el apóstol es que vivan limpiamente en medio de una sociedad saturada por el sexo. Estas palabras son de gran importancia para nosotros que tenemos que vivir en la misma clase de sociedad en nuestros días, y empieza por recordarles que él les había enseñado cómo vivir:

Por lo demás, hermanos, os rogamos y exhortamos en el Señor Jesús que, de la manera que aprendisteis de nosotros cómo os conviene conduciros y agradar a Dios, así abundéis más y más. (1 Tesalonicenses 4:1)

No les estaba enseñando, como creen muchas personas que enseña el cristianismo, que debían llevar vidas buenas y limpias. El budismo lo enseña, y la mayoría de las otras creencias enseñan que se debe llevar una vida moral, pero no es eso lo único que dice el cristianismo, ¡sino que nos enseña cómo podemos llevar una vida buena y limpia! Y Pablo les recuerda que les había enseñado "cómo agradar a Dios".

Pero, ¿qué es lo que agrada a Dios? ¿Qué cualidad de la vida es esencial para complacer a Dios? La fe, porque "sin fe es imposible agradar a Dios". Una vida que espera que el Dios que habita en su interior se manifieste en su vida es la clase de vida que le agrada a Dios. Pero no es una vida que se consigue mediante los esfuerzos que realice usted, debatiéndose por vivir conforme a un cierto nivel que se ha impuesto usted a sí mismo o que alguna otra persona le ha impuesto. Es una vida en la que usted depende constantemente de Aquel que habita en usted, para que Él haga posible que haga y sea usted lo que debe hacer y ser.

Por lo tanto, esta clase de vida da como resultado la clase de pureza que se practica. Si los cristianos se acostumbran a practicar la impureza, es una clara revelación de que no están practicando una vida de fe, pero la pureza que se practica es una señal del principio que se ha entendido. Pablo dice:

La voluntad de Dios es vuestra santificación: que os apartéis de fornicación; que cada uno de vosotros sepa tener su propia esposa en santidad y honor, no en pasión desordenada, como los gentiles que no conocen a Dios; que ninguno agravie ni engañe en nada a su hermano, porque, como ya os hemos dicho y testificado, el Señor es vengador de todo esto. Dios no nos ha llamado a inmundicia, sino a santificación. Así que, el que desecha esto, no desecha a hombre, sino a Dios, que también nos dio su Espíritu Santo. (1 Tesalonicenses 4:3-8)

Esto es algo perfectamente claro, ¿no es cierto? Se nos dice de qué modo debemos vivir limpiamente.

El segundo problema que trata es el tema de la vida honesta, en el versículo 9 al 12 del capítulo cuatro. Deben mostrar amor los unos por los otros, y la manifestación práctica de esto es que cada hombre se ocupe y trabaje con sus manos, no teniendo que depender de nadie para su sustento, sino:

... ocupándoos en vuestros negocios y trabajando con vuestras manos... a fin de que os conduzcáis honradamente para con los de afuera y no tengáis necesidad de nada. (1 Tesalonicenses 4:11b-12)

Eso es bastante práctico, ¿no es así?

Al llegar al versículo 13, nos encontramos con el problema principal que trata este libro, el malentendido acerca de la venida del Señor. Estos cristianos tesalonicenses tenían la idea de que cuando regresase Jesucristo a la tierra, en Su segunda venida, para comenzar Su reinado del milenio, aquellos que estuviesen vivos al volver Él (y estaban esperándole durante su propia vida) participarían juntamente con Él de ese reino, pero se sentían muy preocupados por aquellos que ya habían muerto y que, por ello, se perderían los beneficios y las bendiciones del milenio.

Es muy factible que esto surgiese debido a un malentendido que se produjo en relación con la doctrina de la resurrección. Ellos pensaban en términos de una resurrección, de un solo acontecimiento que se produciría al final del milenio, cuando los muertos resucitarían, tanto los buenos como los malos, para aparecer ante el trono del juicio de Dios, y claro que hay pasajes que hablan sobre la resurrección venidera al final del milenio, pero Pablo les hace ver que la resurrección no se produce como un solo suceso, sino que hay diferentes grupos de creyentes que habrán de resucitar en diferentes ocasiones. Fíjese en este argumento:

Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen [esto es, a los que han muerto], para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. (1 Tesalonicenses 4:13-14)

En otras palabras, los que han muerto serán resucitados de nuevo y volverán con Jesús cuando Él venga con el propósito de establecer Su reino milenario.

Pero esto presenta otro problema. ¿Cómo es que van a regresar corporalmente con Él cuando sus cuerpos han sido depositados en tumbas? ¿Qué garantía pueden tener de esto? "Ah", dice el apóstol, "permitidme que os ofrezca una revelación del Señor":

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor [esta es una revelación autorizada]: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor [la presencia del Señor], no precederemos a los que durmieron. El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras. (1 Tesalonicenses 4:15-18)

En otras palabras, hay un aspecto acerca de la venida del Señor, antes de que venga para establecer el reino del milenio. Vendrá por Su pueblo, para reunir a los que son Suyos, a fin de que estén con Él, en Su presencia (parusia, en griego) antes de que regrese para establecer el reino. La "venida del Señor" aquí no se refiere a la segunda venida de Cristo, pues, en el momento de esta parusia, los muertos en Cristo serán levantados, de manera que todos estarán con Él cuando esté listo para establecer Su reino. ¿Se da usted cuenta de qué modo resuelve el problema que tenían estos creyentes? No había necesidad de que se entristeciesen por los que habían muerto porque, de hecho, precederán a los que queden con vida cuando el Señor regrese a buscar a los Suyos.

Ahora bien, entre esa parusia y la venida del Señor para establecer el reino, nos enteramos por lo que dicen otros pasajes de las Escrituras que posiblemente transcurran siete años. Entretanto, tendrá lugar la gran tribulación, y a continuación Pablo habla acerca de ella, continuando con el tema en el próximo capítulo, y les dice:

Acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que os escriba, porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche. (1 Tesalonicenses 5:1-2)

Nadie fija una fecha para este acontecimiento, porque será algo que sucederá de repente, rápidamente, y cuando venga el Señor en la parusia, se iniciarán dos grandes cadenas de acontecimientos. El Señor comenzará una serie de ellos, en los que los creyentes serán arrebatados con Él, y, al mismo tiempo, comenzará otra serie de acontecimientos en la tierra, conocidos como "la gran tribulación" o, como dice en el Antiguo Testamento: "el día del Señor".

Ahora bien, en las Escrituras hay dos "días" que es preciso que sepamos distinguir: el día del Señor y el día de Cristo. Los dos comienzan exactamente al mismo tiempo, pero tienen relación con dos comunidades o grupos de personas. El día de Cristo tiene relación con los creyentes, mientras que el día del Señor se refiere a lo que estará sucediendo a los no creyentes durante ese tiempo. Y yo estoy convencido de que cuando el Señor regrese a por los Suyos y se levanten los muertos en Cristo, cuando nosotros los que estamos vivos seamos arrebatados con ellos para estar con el Señor, no dejaremos para nada este planeta. Permaneceremos aquí con el Señor, dirigiendo de manera visible los acontecimientos relacionados con el período de la tribulación, al desencadenarse las grandes secuencias de juicio sobre aquellos que vivirán en la tierra como mortales, es decir, las escenas que se describen de manera muy gráfica en el libro de Apocalipsis.

Ahora el apóstol les dice que nadie sabe cuándo sucederá esto:

Cuando digan: "Paz y seguridad", entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán. Pero vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. (1 Tesalonicenses 5:3-4)

Sorprenderá a la gente del mundo como ladrón, pero no tiene por qué sorprendernos a nosotros como ladrón, porque nosotros lo estamos esperando con anhelo, o debiera usted estar esperándolo.

Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas. (1 Tesalonicenses 5:5)

Por lo tanto, ¿cuál debiera ser el resultado práctico? Pues, que no nos durmamos como hacen otros, sino que nos mantengamos despiertos y sobrios. No se comporte usted como si las cosas fuesen a seguir como de costumbre, sino esté usted atento a lo que está haciendo Dios y actúe en conformidad con ello. Recuerde las señales que Jesús nos ha dado para indicarnos que estos acontecimientos se están acercando; ellos debieran hacer que seamos conscientes de que es hora de que nos entreguemos, incluso mucho más de lo que jamás lo hemos hecho, a la obra de Dios. Por eso Pablo dice:

Por tanto, no durmamos como los demás, sino vigilemos y seamos sobrios, pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido de la coraza de la fe y del amor, y con la esperanza de la salvación como casco. (1 Tesalonicenses 5:6-8)

Pablo no está hablando acerca de la salvación del infierno, sino acerca de la salvación venidera; es decir, la salvación de la ira de Dios durante el tiempo del juicio, y continúa, diciendo:

Dios no nos ha puesto para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que ya sea que vigilemos, o que durmamos [tanto si vivimos hasta la venida del Señor o si morimos antes], vivamos juntamente con él. Por lo cual, animaos unos a otros y edificaos unos a otros, así como lo estáis haciendo. (1 Tesalonicenses 5:9-11)

¡De qué manera tan absoluta responde a su problema! Los creyentes no tenían necesidad de sentirse desanimados o asustados, o deprimidos, sino que podían seguir adelante con sus negocios, confiando en que Dios se ocuparía de todo, y aunque los tiempos eran difíciles, podían seguir ocupados en la obra del Señor, sabiendo que estaban invirtiendo su tiempo y dedicándose a un futuro seguro.

La última sección habla no solo acerca de vivir confiadamente, sino de vivir en paz en medio de estas situaciones:

Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros y os presiden en el Señor y os amonestan. Tenedlos en mucha estima y amor por causa de su obra. (1 Tesalonicenses 5:12-13a)

Se habían producido algunas fricciones en contra de algunos de los dirigentes de la iglesia, y Pablo les dice: "Recordad que estos hombres se preocupan por el bienestar de vuestras almas, y aunque en ocasiones se vean obligados a hablaros con dureza, no es porque os quieran perjudicar, sino porque os quieren ayudar. Por lo tanto, recordad eso y vivid en paz con ellos, estimándoles y amándoles, porque se preocupan por vosotros".

Es más:

Tened paz entre vosotros. (1 Tesalonicenses 5:13b)

Y les hace algunas exhortaciones prácticas sobre cómo conseguirlo:

... que amonestéis a los ociosos, que alentéis a los de poco ánimo, que sostengáis a los débiles, que seáis pacientes para con todos. (1 Tesalonicenses 5:14b)

Y lo que es más importante:

Mirad que ninguno pague a otro mal por mal, antes seguid siempre lo bueno unos para con otros y para con todos. (1 Tesalonicenses 5:15)

Ese es probablemente uno de los mandamientos de las Escrituras que con más frecuencia se quebranta. Cuando alguien nos hace algo, ¿qué decimos? "¡Espera a que te ajuste las cuentas!" "¡Te la devolveré, aunque sea lo último que haga en este mundo!". A pesar de lo cual, esta es precisamente la actitud que denuncian las Escrituras como la manera de pensar del mundo, que nada tiene que ver con la gracia, la verdad y el amor de Jesucristo.

A continuación encontramos estos preciosos versículos:

Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. (1 Tesalonicenses 5:16-18)

Y después de varias advertencias, su oración final por ellos es preciosa:

Que el mismo Dios de paz [habitando en vosotros] os santifique por completo; y todo vuestro ser ―espíritu, alma y cuerpo― sea guardado irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo. (1 Tesalonicenses 5:23)

¡Qué maravillosa es esta epístola! Y todo esto fue dirigido a los recién convertidos, a pesar de lo cual, Pablo esperaba que pusieran en práctica estas verdades. A fin de crecer, debe haber, como dijo Jesús, una hambre y sed constante por más: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados" (Mateo 5:6).

Y esto es lo que el mundo espera ver, sobre todo en estos últimos días.

Oración

Padre celestial, reconocemos que estamos viviendo, en muchos sentidos, tiempos muy parecidos a los que vivían los creyentes a los cuales fue dirigida esta epístola. Sin embargo, desde nuestro punto de vista, veinte siglos después, nos damos cuenta de que aunque tenían puesta su esperanza en la pronta venida del Señor, se hallaban muy lejos del blanco; pero cuánto más se aplican estas promesas a nosotros y ¡qué gran seguridad podemos sentir de que estamos viviendo en días en los que el Señor está moviendo los acontecimientos mundiales para presagiar Su venida! Señor, ayúdanos a caminar a la luz de esto, como hemos sido exhortados y advertidos a hacer por el apóstol Pablo, con un gran anhelo y sobriamente, dedicándonos inteligentemente a aquellas cosas que debemos buscar primeramente. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.