Man Pondering in Search for Meaning
Cosas que no funcionan

¿Cómo, entonces, deberíamos vivir?

Autor: Ray C. Stedman


Nos estamos acercando al final de nuestros estudios de este maravilloso libro del Antiguo Testamento. El antiguo Buscador de Israel está repasando todas las filosofías de los hombres y señalando las cosas que no funcionarán en la vida. Esta mañana estamos en el décimo capítulo, empezando por el verso dieciséis.

Fíjense que el título que le he dado a este estudio es la pregunta: ¿Cómo, entonces, deberíamos vivir?. Algunos de ustedes inmediatamente reconocerán que es una ligera alteración del título de un libro del Dr. Francis Schaeffer. Su manera de formular la pregunta es: ¿Cómo deberíamos entonces vivir?. Siempre me he sentido incómodo por el lugar que la palabra entonces ocupa en ese título. En cierto modo me hacía sentir como cuando me han invitado a casa de alguien y he visto un cuadro torcido en la pared. Tan pronto como mi anfitrión se marchaba de la habitación, me apresuraba a poner el cuadro derecho con un suspiro de alivio. Así que, por favor, perdonen mi impertinencia al corregir la pregunta como: ¿Cómo, entonces, deberíamos vivir?.

Esa es una buena pregunta que hacer en la época de Navidad. En vista del nuevo entendimiento de la vida que hemos encontrado en este libro; en vista de la provisión que Dios mismo ha hecho para dotarnos directamente del don de la alegría, ¿cómo, entonces, deberíamos vivir? Esa es la cuestión que el Buscador aborda al acercarse al final de este libro.

En el pasaje que veremos esta mañana, la respuesta es triple. Nos dice, primero, que deberíamos vivir con una actitud de apoyo, es decir, responsabilizarnos de trabajar con otros, especialmente en lo que se refiere al gobierno. En segundo lugar, nos dice que vivamos generosamente, atentos a las necesidades de aquellos que nos rodean. Y, en tercer lugar, que vivamos reflexivamente, respondiendo diariamente a la verdad que se nos enseña en este libro y en toda las Escrituras. Así que, ¡viva con una actitud cooperativa, viva generosamente, viva reflexivamente! Lo digo desde el principio, ¡no sea que se despierten a mitad de camino y se pregunten por dónde vamos!

Tomemos la primera: vivir con una actitud cooperativa, comenzando con el verso 16 del capítulo 10. Esto tiene que ver con el gobierno. Es muy natural que el rey Salomón estuviese muy preocupado por el gobierno. Él era la cabeza del estado en su tiempo. Nos hemos dado cuenta en estos estudios de que la relación de un creyente, de un hombre sabio, con la Palabra de Dios incluye en gran medida lo que tiene que ver con el gobierno. Está claro que el gobierno es parte del plan de Dios para la vida.

El rey Salomón admite en esta sección que no todo gobierno es bueno:

¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es un muchacho, y tus príncipes banquetean desde la mañana!

¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles y tus príncipes comen a su hora para reponer sus fuerzas y no para beber! (Eclesiastés 10:16-17)

Es difícil vivir bajo algunos gobiernos (algunas administraciones es la palabra que usaríamos). Están presididas por personas que pueden ser incompetentes, impulsivas, simplonas, o ingenuas, vanas, inseguras, o incluso poco confiables y débiles en lo personal. Ahora que estamos enterados de las implicaciones y de la revelación completa del Watergate, podemos ver en qué medida la confusión y la tribulación por la que pasamos en aquellos días procedía de la inseguridad, del carácter poco confiable del hombre que era presidente en ese tiempo. Esta semana pasada Mr. Jaworski, el investigador del Watergate, murió, y los medios de comunicación informaron de su trayectoria. Me impresionó una cosa que dijo. Mientras investigaba la trama del Watergate, lo que le chocó más fue oír en una grabación las instrucciones del presidente Nixon a uno de sus subordinados sobre cómo mentir y no cometer perjurio. Eso impresionó al Sr. Jaworski por ser la revelación más seria y solemne de la debilidad de los líderes del estado en ese momento. Eso es lo que estas palabras de las Escrituras representan también. Algunos gobiernos son débiles; no tienen la clase de liderazgo que nos gustaría ver.

Con tal liderazgo a menudo hay una jerarquía de funcionarios entregados a la autoindulgencia y el beneficio propio. Esto se refleja en la frase: tus príncipes banquetean desde la mañana. En la cultura hebrea, la mañana era para dedicarse a juzgar las necesidades y problemas del pueblo; el atardecer y la noche era el tiempo de festejar. Pero aquí había hombres que estaban de fiesta todo el día, descuidando sus deberes por ello. Algunas administraciones son así, incluso en una nación democrática como la nuestra.

Pero, también podemos tener un buen gobierno, nos dice Qohelet: ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo de nobles!. La frase debería, quizá, ser traducida: Tu rey es un hombre libre. Es decir, es libre de ser lo que debería ser. Tiene control de sí mismo; no es un esclavo de sus cambios de humor o sus impulsos. Sus subordinados también reflejarán eso. Son personas responsables que se ocupan de sus deberes y van de fiesta en el momento adecuado, y sólo para reponer fuerzas, no para emborracharse.

El objeto de todo esto está en los dos versos siguientes, los cuales dicen a los que están procurando ser sabios con la sabiduría de Dios, cómo responder al gobierno, sea bueno o malo. ¿Qué deberíamos hacer? He aquí un par de proverbios para guiarnos:

Por la pereza se cae la techumbre, y por cruzarse de brazos hay goteras en la casa. (Eclesiastés 10:18)

¿Hay goteras en su casa? Si es así, ¡ahora sabe el motivo! Yo tuve una gotera en mi tejado durante dos años y medio, antes de que alguien finalmente la arreglara; así que tengo que reconocer que este verso es verdad. Aquí el Buscador compara a la nación con una casa. En el contexto, la aplicación aquí es que un pueblo que está entregado a la laboriosidad, al trabajo duro y provechoso, aunque exija mucho, está poniendo los cimientos de la estabilidad en un gobierno, no importa cómo sea el líder. Sin ese cimiento de trabajo duro y buena disposición a trabajar, el tejado se cae; la casa tiene goteras. Entonces es una nación insegura y expuesta a la invasión. El segundo proverbio continúa con el mismo pensamiento:

Por placer se hace el banquete, el vino alegra a los vivos y el dinero responde por todo. (Eclesiastés 10:19)

Eso suena actual, ¿verdad? Pero él está diciendo, por supuesto, que incluso las alegrías legítimas, apropiadas y normales de la vida, las cosas que nos hacen festejar juntos y el vino que alegra la vida, están disponibles por medio del dinero: el dinero responde por todo. La idea es que el dinero proporciona todo lo que se necesita; y que el dinero viene del trabajo duro y provechoso.

La forma de disfrutar los placeres normales de la vida, así como la forma en que una nación se mantenga fuerte y sana, es que su pueblo se entregue de buena gana al trabajo, no que se les entregue siempre dinero y cosas. Por todas las Escrituras aparece este reconocimiento del valor del trabajo. Esto toca la cuestión del estado de bienestar y de los estándares de vida cada vez más lujosos de nuestros días. Declara que lo que hace saludable a una nación, a pesar de las debilidades de sus líderes, es su laboriosidad, los ciudadanos trabajadores dispuestos a pagar su parte y dedicarse de lleno a su empleo. Esa es la manera de apoyar al gobierno.

Él cierra esta sección con una advertencia acerca de las quejas contra el gobierno. Verso 20:

Ni aun en tu pensamiento hables mal del rey, ni en lo secreto de tu cámara hables mal del rico; porque las aves del cielo llevarán la voz, los seres alados se lo harán saber. (Eclesiastés 10:20)

Ese, estoy seguro, es el origen del dicho popular: Me lo dijo un pajarito. ¡Este puede ser también el primer ejemplo registrado de la colocación de micrófonos por el gobierno en una casa! Claramente refleja el dicho moderno: Hasta las paredes tienen oídos.

No se quejen del gobierno, ni siquiera en su dormitorio o en sus más internos pensamientos. Esto no implica que, si lo hace, su queja podría llegar hasta el rey y él se enojará y le castigará. Más bien, implica la idea de que sus quejas constantes por los problemas del gobierno crean un ambiente que extiende la insatisfacción y desconfianza hacia el gobierno. Quizá estamos viendo algo similar hoy día. Estamos viviendo con una generación que, en mucha medida, desconfía de los poderes y derechos gubernamentales. Esto puede deberse a que los jóvenes que ahora se aproximan a su mayoría de edad nos han oído a nosotros, los viejos, refunfuñar tanto por el gobierno que han aprendido a desconfiar, a sentir que es un mal innecesario y a reaccionar violentamente contra él.

Leí un artículo el otro día que predecía que, a partir de ahora, ningún presidente americano será capaz de servir más de una legislatura. La razón que daba era que los medios de comunicación se concentran tanto en el presidente y critican tan vehementemente todo lo que hace y cada palabra que dice, que ningún presidente será capaz de soportar el estruendo de una publicidad tan adversa; será imposible elegirlo para el cargo por segunda vez porque nadie confiará en él. Este es un comentario contra la demasiada fiscalización de la vida de la gente en nuestra época , especialmente la crítica excesiva de lo que hacen. Me pareció interesante oír a uno de los miembros de nuestro personal de uno de nuestros seminarios la semana pasada, quien dijo que el procedimiento americano es elegir un hombre para un cargo, darle seis meses para cambiarlo todo y, si no lo hace, pasar los tres años y medio que quedan quejándose de ello. Puede que eso esté cerca de la realidad. Hay algo destructivo en quejarse y empecinarse todo el tiempo contra lo que el gobierno hace.

La semana pasada me pareció alentador que algunos de nuestro personal escribieran cartas a la alcaldesa Dianne Feinstein de San Francisco para elogiarla por haber vetado una ordenanza creada para dar igualdad a las parejas que viven juntas como si estuvieran casados. Eso sería muy destructivo para el tejido social. En contra de mucha opinión popular actual, la alcaldesa Feinstein tuvo el coraje de vetar esa medida. Yo fui bendecido y animado por el hecho de que varios miembros de nuestro personal le escribieran y la apoyaran en eso. Marca una gran diferencia en la calidad del gobierno el que mostremos nuestro apoyo a aquellos que están en el cargo. La llamada de atención del Buscador consiste en que, si usted quiere ser sabio, y en vista de todo lo que Dios proporciona en la vida, tal y como se revela en este libro, entonces ha de vivir con una actitud constructiva hacia el gobierno.

Su segundo mensaje de advertencia se encuentra en el capítulo 11, versos 1 al 6. Aquí su mensaje es: viva generosamente:

Echa tu pan sobre las aguas; después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho, porque no sabes qué mal ha de venir sobre la tierra. (Eclesiastés 11:1-2)

La idea que se expresa aquí es la de una generosidad espléndida. Den gratuitamente, sabia pero generosamente, para las necesidades de los que están alrededor. Esta frase: Echa tu pan sobre las aguas era un proverbio en Israel sobre lo que parecía un gasto inútil. Nadie tomaría un buen pan y lo arrojaría al rio; sería considerado un despilfarrador por hacer eso. Pero aquí se nos manda hacer eso mismo. Esto no es animarnos a ser derrochadores, a entregar nuestro dinero descuidadamente y con atolondramiento, como marineros borrachos. Lo que significa es que estemos dispuestos a aprovechar la ocasión cuando una necesidad real se hace evidente.

Esta es una sección apropiada para esta época del año. Cuando usted vea gente necesitada, aunque no sepa cómo van a usar su dinero, porque puede que no parezca que lo vayan a usar sabiamente, no obstante, sea generoso; eso es lo que está diciendo. Echa tu pan sobre las aguas, pues, en la sabiduría y propósito de Dios, podría muy bien volver a usted algún día cuando esté en necesidad de ayuda. Yo podría contar varias historias de gente que ayudó a extraños, aunque no tenían ni idea de si su ayuda iba a ser usada apropiadamente, y luego, algún tiempo más tarde cuando se encontraban en serios problemas, esa persona o ese hecho reaparecía de modo que les ayudaba en su necesidad. Esto es lo que Qohelet nos está animando a hacer.

Así mismo, extienda su generosidad tanto como sea posible: Reparte a siete, y aun a ocho, porque no sabes qué mal ha de venir sobre la tierra. O sea, no limitemos el número de personas que tenemos en nuestra lista de ayuda. Esta expresión hebrea: Reparte a siete y aun a ocho era una manera de decir: Da a tantos como puedas, y a algunos más. Sea generoso. No se detenga en unas pocas necesidades alrededor de usted; no diga: Ya di en la oficina, cuando alguien le pida ayuda llamando a su puerta. Usted no sabe qué mal puede ser evitado por su donativo; eso es lo que implica este verso.

Dar es una manera de aliviar la necesidad, pero frecuentemente la necesidad no se expresa totalmente. A veces tenemos que ser sensibles a la situación de la gente, y al hecho de que, en su orgullo, ocultan necesidades extremas. Pero si somos generosos en nuestra dádiva a menudo estamos cubriendo necesidades de las que no sabemos nada; si nos extendemos tan sabiamente como podamos, podemos cubrir de esa manera necesidades extensamente.

Siguen cuatro razones para ejercer esta clase de generosidad. Estas son especialmente pertinentes para nosotros en esta época del año. El Buscador nuevamente cita algunos proverbios. (Es obvio que el rey Salomón escribió el libro de Proverbios por lo mucho que le encantan). He aquí dos buenas razones, en el verso 3:

Si las nubes están llenas de agua, sobre la tierra la derramarán; y si el árbol cae hacia el sur, o hacia el norte, en el lugar donde el árbol caiga, allí quedará. (Eclesiastés 11:3)

No vamos a discutir eso, pero ¿qué significa? Debemos tomarlo en el contexto que le rodea. La primera razón es que hemos de dar generosamente porque es lo que fluye naturalmente de una vida plena, como las nubes que están llenas de lluvia y se vacían a sí mismas una y otra y otra vez sobre la tierra.

Hace una semana o así, estaba yo embelesado viendo reportajes del tiempo sobre el huracán Iwa, que golpeó las islas hawaianas y arrojó billones de litros de agua sobre nosotros. Se adentró en las Sierras, luego en las Rocosas, y cruzó a los estados llanos y causó muchas de las inundaciones que están ocurriendo hoy mismo en Missouri, Arkansas y el valle del Mississippi. Luego cruzó la nación y descargó agua de nuevo en la costa este, saliendo al final al Atlántico. Como las nubes que están llenas de lluvia, una vida que está llena de la bendición y la gracia de Dios debería regar a los otros con esa bendición. Recuerde las palabras de Jesús: ... de gracia recibisteis, dad de gracia (Mateo 10:8b). Dios nos ha bendecido abundantemente en este país. A pesar de la presente recesión, aún somos la nación más rica de la tierra; los más pobres entre nosotros viven mejor que la gente considerada rica en muchos países del mundo. Dios nos ha bendecido ricamente. Hemos de dar porque es lo que se desborda naturalmente de una vida que ya está llena con las bendiciones de Dios, no sólo físicamente, sino espiritual y emocionalmente también.

La segunda parábola, sobre el árbol que cae hacia el sur o el norte, es, de algún modo, más difícil, pero el otro día vi un lema en la cocina de alguien que capta exactamente lo que esta expresión está diciendo; era el eslogan: Florece allá donde estés plantado. Es decir, es Dios quien controla la caída del árbol allá en el bosque; tanto si cae al sur como si cae al norte, está dentro del ámbito de la divina providencia determinarlo, pero donde caiga, es donde tiene que estar. Esta es la manera de Salomón de decirnos: Donde Dios te haya puesto, en tus circunstancias presentes, ahí es donde tienes que dar. Cubre las necesidades de tu alrededor. Provee las necesidades de aquellos con los que entres en contacto. Eso no significa siempre geográficamente. Usted puede estar en contacto con alguien del otro lado del mundo, cuyas necesidades usted conoce, pero Dios se lo ha hecho saber, de modo que usted pueda suplir esa necesidad.

Se da otra razón en el verso 4:

El que al viento observa, no sembrará, y el que a las nubes mira, no segará. (Eclesiastés 11:4)

Es decir, no espere al tiempo perfecto para dar. No espere hasta que tenga una cierta cantidad en el banco antes de empezar a dar. Esto es una buena observación para los jóvenes. Ustedes a veces piensan que, porque tienen una renta limitada, no tienen que dar, pero si esperan a conseguir suficiente para vivir antes de empezar a dar, nunca darán. Den según surja la necesidad, según la oportunidad se presente, en la medida que puedan; esa es la exhortación aquí.

Finalmente, una cuarta razón, una muy profunda, aparece en los versos 5 y 6:

Así como tú no sabes cuál es el camino del viento ni cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así también ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.

Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tus manos; pues no sabes qué es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno. (Eclesiastés 11:5-6)

Fíjese que en esos versos la idea de que no sabemos aparece dos veces. De nuevo, esto se refiere a lo que hemos visto muchas veces en este mensaje sobre el misterio conectado con la vida. Hay muchas cosas que no sabemos. Una de las cosas que nadie ha entendido todavía, ni siquiera en este mundo científico nuestro, es cómo el espíritu llega al feto en el vientre de una mujer encinta. ¿Cómo la personalidad humana, la unicidad de nuestra humanidad, eso que nos distingue de la bestia, se trasmite al feto aún no nacido? Nadie lo sabe, pero está presente; el niño es un ser humano. Este es otro verso que claramente respalda al movimiento antiabortista actual, porque claramente indica que el feto es una persona.

El espíritu está ahí, el espíritu humano. Estos versos señalan nuestra falta de entendimiento del poder de Dios. No sabemos cómo produce la vida, no sabemos cómo usa los dones, pero lo hace, y ellos producirán, literalmente, milagros en la vida de otros. Recuerde la historia de Jesús, cuando observaba a la gente echando su dinero en el tesoro del templo. Una mujer echó dos moneditas, dos céntimos, la moneda más pequeña en la cultura hebrea, y, sin embargo, dijo de ella: En verdad os digo que esta viuda pobre echó más que todos (Lucas 21:3). Muchos se han quedado perplejos ante esas palabras. Dos céntimos son apenas una gota en un cubo comparados con la riqueza que muchos habían puesto en ese tesoro ese día.

¿Qué quiso decir Jesús? Lo que dijo era una verdad literal. Esa historia de labios de Jesús ha sido repetida por toda la tierra, en todas las culturas y climas. Durante dos mil años se ha contado una y otra vez. Ha motivado a más gente a dar que cualquier otra historia jamás contada. Así que, es literalmente cierto que, en la sabiduría y poder de Dios, ese diminuto donativo se multiplicó de tal manera que ha superado todas las dádivas de donativos de cualquier individuo, no importa lo rico que fuera, en toda la historia de la cristiandad. Ese es el poder de Dios para usar nuestros dones. No sabemos qué va a hacer con el dinero y la ayuda que damos. Ni entendemos el tiempo de Dios. Usted no puede decir que un regalo dado en algún tiempo particularmente próspero de su vida, de una cantidad superior a la que podría haber dado en cualquier otro momento, va a usarse más grandemente por Dios que algún pequeño donativo que pueda dar. Usted no puede decir si cincuenta céntimos que dio cuando estaba en el instituto o la universidad pueden ser usados por Dios para producir grandes beneficios en la vida de otros, o que algo dado en la vejez no podría hacer lo mismo. Se nos anima a dar, porque Dios ama al dador alegre (2 Corintios 9:7b). Él bendice y cambia las vidas, Él cambia la historia del mundo, a través del fenómeno de la donación cristiana. Así que, viva generosamente, dice el Buscador.

¿Cómo, entonces, deberíamos vivir? Viva con actitud constructiva hacia el poder del gobierno; viva generosamente, cubriendo las necesidades de los que le rodean, y tercero, viva reflexivamente. Verso 7:

Suave ciertamente es la luz y agradable a los ojos ver el sol; pero aunque un hombre viva muchos años y en todos ellos tenga gozo, recuerde que los días de las tinieblas serán muchos, y que todo cuanto viene es vanidad. (Eclesiastés 11:7-8)

La luz y el sol son símbolos de la vida vivida en el amor de Dios. Del mismo modo que nos encanta salir fuera cuando vemos salir el sol entre las nubes de un día sombrío, así podemos disfrutar del amor de Dios, del sentimiento de Su aceptación, de la alegría de Su presencia, del sentimiento de que somos aprobados y aceptados por Él, del don de la justicia por fe. Esto es lo que hace la vida hermosa, agradable, y es motivo de regocijo; esto es lo que hace que la vida merezca la pena vivirse.

Hemos visto a lo largo de todo este libro que el gozo no viene de las cosas. Los días de las tinieblas serán muchos, nos dice Qohelet. Es difícil decir si se está refiriendo a los tiempos intercalados de pruebas y problemas en la vida, o si, como yo pienso, se refiere al final de nuestra vida terrenal (lo que sigue en nuestra vida, que es de lo que se habla en el siguiente capítulo). La vida se nos da para que la disfrutemos, pero el secreto de ello, como ya hemos visto muchas veces, no son las posesiones. Jesús lo subrayó: La vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee (Lucas 12:15), sino más bien en una relación con un Dios vivo. Regocijémonos por eso.

Él continúa, en los dos versos finales, desmenuzando esto en cosas concretas dirigidas especialmente a los jóvenes:

Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia. Anda según los caminos de tu corazón y la vista de tus ojos, pero recuerda que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo y aparta de tu carne el mal, porque la adolescencia y la juventud son vanidad. (Eclesiastés 11:9-10)

Esto no es decir que Dios está ofreciendo vida con una mano y quitándola con la otra. Está realmente animándonos a que nos demos cuenta de que Dios nos dio el don de la juventud, con su fuerza, su optimismo, su alegría, sus sueños, sus esperanzas, sus oportunidades.

Siempre me asombra la energía de los jóvenes. Tenemos tres nietos pequeños viviendo con nosotros ahora. Cuando llego a casa, harto y cansado, aunque ellos hayan estado corriendo y saltando todo el día, todavía quieren batallar conmigo sobre el suelo de la sala de estar. A veces doy un suspiro de alivio cuando finalmente paran y se van a la cama. Algunos de nosotros somos tan viejos como para citar a Bernard Shaw, quien dijo: La juventud es una cosa tan maravillosa que es una pena desperdiciarla con los jóvenes. Lo que quiere resaltar con esto es que Dios da el don de la juventud; así que, disfrútenla, úsenla, su fuerza, su alegría, su optimismo. Los jóvenes, en su mayor parte, siempre creen que todo va a resultar bien; así que, persiguen las cosas con energía. Este verso anima a eso.

La juventud es el tiempo de hacer planes, de probar cosas nuevas, de explorar nuevas oportunidades, nuevas aventuras. Cuando era veinteañero tuve la oportunidad, siguiendo el estallido de la segunda guerra mundial, de ir a Hawai y trabajar en la industria allí. Me parecía una gran y tentadora oportunidad para ver lugares nuevos. Siempre me he alegrado de haberlo hecho a mis veintitantos años, cuando podía divertirme al máximo. Creo que esto es lo que este verso nos está diciendo que hagamos. La juventud es el tiempo de atrapar las oportunidades y seguir nuestros deseos.

Pero, siempre hay un pero, ¿no? Recuerden que al final debe haber una rendición de cuentas. Esto es paralelo al mensaje de Pablo en 2ª de Corintios 5:10: ... porque es necesario que todos nosotros [todos los creyentes] comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Este libro se cerrará con ese recordatorio de nuevo. Vea el último verso:

Pues Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa oculta, sea buena o sea mala. (Eclesiastés 12:14)

Eso no es una amenaza. Es simplemente una guía, un recordatorio a la juventud de que, aunque haya grandes puertas abiertas de oportunidades ante ustedes, las cuales no tendrán más adelante en la vida, no obstante, deben cruzarlas conscientes de que deben hacer buenas elecciones. Deben renunciar a los placeres del pecado; deben tomar decisiones a la luz de lo que, en última instancia, será la evaluación de nuestra vida.

Sigue, en el verso 10, especificando exactamente lo que quiere decir. He aquí lo que un joven debería hacer. Primero: Quita, pues, de tu corazón el enojo. Este es uno de los grandes problemas de la juventud. La gente joven tiende a estar enojada y resentida cuando las cosas no van como les gustaría. Dios les está advirtiendo que no se dejen enredar en eso. Eso es lo que hace rebeldes a los jóvenes; eso es lo que les hace empeñarse en meterse de lleno en situaciones peligrosas y angustiosas y en experiencias dañinas. Así que, Quita, pues, de tu corazón el enojo. No dejen que les corroa el espíritu y les convierta en un joven enojado, en una mujer resentida, disgustados por lo que Dios les ha dado o por dónde los ha puesto.

Y segundo: aparta de tu carne el mal. Dejen las prácticas malas y dañinas. Apártense del peligro de los asuntos de drogas, del uso equivocado de sus impulsos sexuales, de las cosas dañinas, de fumar o beber. Sea lo que sea, dejen de hacerlo; eso es lo que dice. Eso es vivir la vida reflexivamente.

Recuerden también que la adolescencia y la juventud son vanidad. Ni siquiera la gloriosa experiencia de la juventud es la razón por la que se nos dio la vida. Aquí, otra vez, vemos un desafío a las ilusiones seculares a las que estamos sometidos todo el tiempo. En los medios de comunicación se nos dice que la juventud es la gran aspiración. Nos ponen delante la juventud para que la emulemos. Se nos expone a miles de invitaciones para encontrar el secreto de la recuperación o conservación de la juventud: "Compre esta crema; rocíese con este perfume; póngase este artilugio para conservar la juventud". Pero la juventud, según las sabias palabras de las Escrituras, es, en sí misma, vanidad. No es la vitalidad la que le dará satisfacción, sino una relación con el Dios vivo. La vida encuentra su plenitud, su significado y su sentido sólo al desarrollar una relación con el Dios vivo diariamente durante toda la vida. Eso es lo que el Buscador sigue diciendo en el capítulo final: Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud (Eclesiastés 12:1a).

¿Cómo, entonces, deberíamos vivir? Viva con una actitud constructiva con respecto al gobierno; viva generosamente con respecto al dolor y las necesidades de los que le rodean; y viva reflexivamente al elegir y tomar decisiones en la vida.