Man Pondering in Search for Meaning
Cosas que no funcionan

El único camino a seguir

Autor: Ray C. Stedman


Todos hemos visto la placa de pared que dice:

Nos hacemos viejos demasiado pronto, y listos demasiado tarde.

Mucha gente está de acuerdo con la conclusión de que en la vida, la edad aumenta más rápido que la sabiduría. Para cuando usted aprende lo que necesita, ¡es ya demasiado tarde para usarlo!

Pero en el libro de Eclesiastés aprendemos que, aunque eso es una común experiencia en la vida, no tiene que ocurrir así necesariamente. Es posible aprender antes de que sea demasiado tarde la sabiduría que le guiará a través de la vida. La sabiduría, sin embargo, no le ayudará a evitar todo el daño y el dolor de la vida. Mucha gente comete el error de pensar que la sabiduría les liberará de todas las presiones y luchas, pero no lo hará. Aprendemos en este libro que la lucha, el dolor, la presión y la tristeza, todo ello son parte del proceso de aprendizaje, pero descubriendo y obedeciendo la sabiduría de Dios, su vida no resultará en amargura, enojo y resentimiento a causa de ese dolor. No se encontrará hundido en una ciénaga de autocompasión y depresión; no verá su vida devastada y desgarrada, con todos sus sueños derrumbados a sus pies. La sabiduría de Dios le conducirá a la plenitud y libertad y paz interior en medio de las presiones y los peligros de la vida. Ese es el mensaje del libro de Eclesiastés, así como el de toda la Biblia.

En la sección a la que llegamos esta mañana, comenzando en el capítulo 9, verso 11, el Buscador nos dice que la primera y probablemente más difícil lección de aprender de todas es que los dones naturales en sí mismos no son suficientes para conducirse en la vida; las habilidades naturales y el esfuerzo diligente no nos conducirán a una vida de verdadero éxito.

Me volví, y vi debajo del sol
que ni es de los veloces la carrera,
ni de los fuertes la guerra,
ni aun de los sabios el pan,
ni de los prudentes las riquezas,
ni de los elocuentes el favor;
pues a todos les llega el tiempo y la ocasión.

Ahora bien, el hombre tampoco conoce su tiempo:

Como los peces apresados en la mala red,
o como las aves que se enredan en el lazo,
así se ven atrapados los hijos de los hombres
por el tiempo malo, cuando de repente cae sobre ellos.

(Eclesiastés 9:11-12)

Muchos de nosotros hemos tenido experiencias que confirman esto. Todos nuestros planes cuidadosamente formulados se han desecho; todos nuestros sueños, para los cuales teníamos todas las condiciones para triunfar en alguna área particular de la vida, se desmoronaron, y no podíamos entender porqué. Tuvimos que aprender, como dice este texto, que ni es de los veloces la carrera, ni de los fuertes la guerra. Eso es verdad incluso en el atletismo. A principios de este siglo Jim Thorpe, el famoso atleta indio, ganó muchas medallas de oro en los Juegos Olímpicos. Compareció ante el rey de Suecia y fue públicamente reconocido como el más grande atleta de su tiempo. Sin embargo, todas esas medallas y honores tuvieron que ser devueltos cuando se supo que de muchacho había jugado al beisbol profesional por cinco dólares la temporada, lo que hacía que ya no fuese un amateur.

No son siempre los fuertes, los poderosos, los capaces y los dotados los que ganan en la política. Hemos visto recientemente algunos hombres, de los que todo el mundo pensaba que fácilmente ganarían un cargo público, derrotados e incapaces de cumplir su sueño. La batalla no es siempre de los fuertes, aunque muchos hayan buscado las recompensas y los premios de los hombres. El Premio Nobel se dio a una pequeña mujer en la India, la madre Teresa, quien sirvió dedicadamente a las necesidades de los pobres que la rodeaban. Aunque Hollywood hace sus mejores esfuerzos para impresionar al público americano, la película que ganó el primer premio como la mejor de 1982 fue Carros de fuego, la historia de un atleta cristiano. El Buscador claramente nos dice que los dones naturales nunca son suficientes.

Son otros factores los que realmente marcan la diferencia. A todos les llega el tiempo y la ocasión. ¿Qué quiere decir con eso? A menudo decimos: Tienes que ser el hombre adecuado, en el lugar preciso, en el momento adecuado. En otras palabras, hay elementos de oportunidad que tienen que coincidir juntos antes de que las habilidades que alguien pueda tener puedan lograr su deseo. Lo que el Buscador está diciendo, por supuesto, es que la vida no está bajo nuestro control. La ilusión con la que los medios de comunicación seculares nos machacan todo el tiempo, es que podemos gobernar nuestra vida con nuestras decisiones. "¡Es tu vida! Puedes vivir como te plazca." Eso es lo que los anuncios de televisión proclaman. Pero el Buscador dice que no se puede hacer de esa manera. "A todos les llega el tiempo y la ocasión." Justo cuando usted piensa que tiene algo bajo control, puede fallar. Los desastres llegan cuando menos los esperamos: "Como los peces apresados en la mala red, o como las aves que se enredan en el lazo". Todo puede desmoronarse. Todos hemos tenido alguna experiencia de eso.

Pero su argumento es que hay una sabiduría que puede lidiar con eso. Incluso aunque el desastre golpee, puede ser convertido en victoria. Nos da un ejemplo en los versos 13 al 16:

También vi debajo del sol esto que me parece de gran sabiduría: Había una pequeña ciudad, con pocos habitantes, y vino un gran rey que le puso sitio y levantó contra ella grandes baluartes; pero en ella se hallaba un hombre pobre y sabio, el cual libró a la ciudad con su sabiduría. ¡Y nadie se acordaba de aquel hombre pobre! Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada y no sean escuchadas sus palabras. (Eclesiastés 9:13-16)

No se recoge este suceso en ningún otro lugar de las Escrituras. Quizás Salomón, el rey más grande de su tiempo, oyó esto de una delegación procedente de otro país. Puede ser que estuviera un poco confuso acerca del incidente, recogido en 2º de Samuel, capítulo 20, que sí que ocurrió probablemente cuando él era un muchacho. El rey David mandó a su general Joab a capturar a un traidor llamado Seba, quien se había refugiado en una pequeña ciudad al norte de Israel. Joab plantó su ejército alrededor de la ciudad, cuando una mujer sabia le llamó desde las murallas de la ciudad y sugirió que los líderes de la ciudad arrojaran la cabeza del traidor a Joab. Ellos lo hicieron así, y de este modo salvaron la ciudad. Quizá a eso se está refiriendo Salomón aquí.

Pero la sabiduría de Dios puede tornar en victoria lo que parece una derrota segura, aunque puede que Su sabiduría ni siquiera sea recordada; puede que sea públicamente rechazada. Eso es lo que el verso 16 implica: Mejor es la sabiduría que la fuerza, aunque la ciencia del pobre sea menospreciada y no sean escuchadas sus palabras. Pero el rechazo popular no es una señal de que se esté equivocado o se sea un incompetente. Tenemos hoy que recordar que el mundo nunca aplaudirá la verdad esencial de la fe cristiana, porque el cristianismo juzga al mundo, señala sus errores y expone sus ilusiones; lo humilla. El mundo no puede soportar eso. Así que, es de esperar que la sabiduría que estamos aprendiendo de Dios no será necesariamente popular. No obstante, es la que puede liberar, la que da la libertad.

Quiero compartir con ustedes un párrafo de un anuncio que ocupa una página entera describiendo su trabajo, que los del grupo Judíos por Jesús publicaron en varios periódicos metropolitanos recientemente:

Dios prometió un Mesías, un liberador, un remediador de problemas. Y si hay algo más difícil que el hecho del pecado, es la idea de que Dios resuelve nuestros problemas. Pero ¡Él puede! Él puede hacer que deseemos la paz, darnos corazones dedicados a cuidar los unos de los otros; puede aliviar la culpabilidad, reparar los hogares rotos, dar sentido a nuestras vidas y disminuir el estruendo del siglo veinte con la música de Su amor.

Eso expresa elocuentemente el mensaje del Buscador.

¿Qué es esta sabiduría de la que estamos hablando? Por todo este libro hemos estado viendo la sabiduría contrapuesta a la necedad, y en la sección que tenemos esta mañana se traza un gran contraste entre ellas. ¿Qué quiere decir la Biblia cuando usa esos términos? Debería de estar claro para nosotros a estas alturas, que la sabiduría es actuar según la revelación de la realidad que nos dan las Escrituras; la sabiduría se refiere a acciones que están guiadas por la revelación de Dios. En Romanos Pablo dice: No os conforméis a este mundo [no corráis tras todos los sueños atractivos e ilusorios que el mundo os grita sin parar], sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento” (Romanos 12:2a). ¡Pensad en la vida de un modo cristiano! Mirad lo que os está pasando, no desde el punto de vista de lo que parece correcto ―las Escrituras nos avisan acerca de esto― sino según lo que es correcto de acuerdo con la Palabra de Dios. He aquí la verdadera sabiduría: “Confía en Jehová con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas (Proverbios 3:5-6). Lo opuesto, desde luego, es necedad, o sea, adoptar la mente secular, el espíritu de la época, correr tras el consejo de aquellos que están desprovistos de entendimiento de la Palabra de Dios.

En esta sección siguiente hay un contraste tremendo entre sabiduría y necedad, el cual me gustaría ilustrar a un nivel muy pragmático, como el que nos está ocupando toda esta mañana. La semana pasada, mientras hablábamos juntos sobre algunos de los asuntos de consejería que nos están sucediendo, nuestros ancianos y pastores se enteraron de que hay al menos veintitrés parejas aquí en la Peninsula Bible Church que están, de hecho, en proceso de divorcio o contemplando su posibilidad. No sé sus nombres; no hablamos de nombres sino de hechos. Algunas de las parejas implicadas probablemente estén aquí esta mañana. No sé quienes son ustedes, así que no estoy hablando a ninguna persona o dirigiéndome a alguien en particular, pero quiero expresar la profunda preocupación de los ancianos y pastores por su situación, porque la misma representa ir tras el espíritu de nuestra época, la sabiduría del mundo, en lugar de un seguir la sabiduría de Dios.

Tenemos que entender claramente lo que el Buscador mismo nos ha advertido con anterioridad en este libro. En el capítulo 5, dijo: Cuando a Dios hagas promesa, no tardes en cumplirla. Las parejas casadas han hecho unos votos sagrados ante Dios y ante testigos de que permanecerían juntos para lo bueno y para lo malo, hasta que la muerte los separe. Esa es la sabiduría de Dios. Eso es lo que preserva a la sociedad. Si hay algo que vaya a detener la fragmentación de la vida que nos rodea, la quiebra de la moralidad y todas las otras cosas terribles que están sucediendo hoy día, deberá venir de los cristianos que se resistan al espíritu de la época, que se nieguen a seguir la corriente de lo que se sugiere por todas partes.

En el verso 5 del capítulo 5, continúa: Mejor es no prometer que prometer y no cumplir. No dejes que tu boca te haga pecar, ni delante del ángel digas que fue por ignorancia. [Eso es lo que dicen muchos hoy: ꞌCometí un errorꞌ.] ¿Por qué hacer que Dios se enoje a causa de tus palabras y destruya la obra de tus manos? (Eclesiastés 5:5-6). Eso no es pintar a Dios como un aguafiestas, como un vengador sin corazón que dicta sentencia contra la gente. Más bien, recuerda que Dios ha establecido las reglas de la vida, y no las cambia. Que nos perdone no significa que renuncie a la sanción por nuestras malas acciones; significa que Él nos acompaña, nos fortalece en medio de todo, pero la agonía y el dolor están ahí.

Quiero expresar el profundo sentimiento de conmiseración que tengo yo personalmente, así como también los ancianos y los pastores, hacia las parejas que están batallando con sus matrimonios. Esto no es raro en absoluto. Casi todas las parejas casadas pasan por periodos de dolor, sufrimiento y lucha. Recuerdo lo imposibles que parecían las cosas a veces en los primeros años de mi propio matrimonio, lo difícil que era relacionarnos el uno con el otro, lo fácil que hubiera parecido irse cada uno por su lado, olvidarlo todo y empezar de nuevo. Pero es por eso por lo que existen los votos matrimoniales, para hacer que nos enfrentemos a una situación que desembocará en unos tremendos procesos de aprendizaje sobre nosotros mismos.

El problema en todo matrimonio amenazado son las personas implicadas en el matrimonio. ¡Los dos! Necesitan saber algo sobre sí mismos; eso es lo que hemos estado viendo en las Escrituras. No sabemos que somos un misterio para nosotros mismos. Los conflictos en el matrimonio son una manera de ayudarnos a descubrir lo que estamos aportando a cada situación. Huir del matrimonio es huir hacia otro conjunto de problemas, daños y sufrimientos, que son normalmente peores que aquellos de los que tratamos de alejarnos. Mucha gente testifica que el divorcio, que ellos pensaban que era una solución tan sencilla a un error que pensaban que habían cometido, sólo les condujo a una situación más dolorosa y dañina, la cual continuó de muchas maneras el resto de sus vidas.

Mi consejo para aquellos que están luchando en relación a esto es que despidan a los abogados y busquen consejo y ayuda de aquellos que están preparados y disponibles para ayudarles en los tiempos difíciles. Miren al Señor, miren a su Dios, buscando ayuda para resolver los problemas de la vida. Para eso vino Jesús: para darnos corazones que nos hagan preocuparnos por los otros, para aliviar nuestra culpabilidad, para arreglar nuestros hogares rotos.

Con esa situación en mente, veamos el pasaje que sigue, verso 17:

Las palabras serenas del sabio son mejores que el clamor del señor entre los necios. (Eclesiastés 9:17)

Eso es decir sencillamente que la sabiduría de las Escrituras, oída en nuestro interior, calladamente, ante Dios solo, es más efectiva para resolver problemas que la retórica o propaganda mundana, mejor que las ideas de algún prominente creador de opinión, quien dice cosas que son popularmente recibidas pero que son contrarias a las Escrituras. Son creadores de opinión, formadores de las mentes de los hombres. Sin embargo, lo que dicen es a menudo lo que la gente necia quiere oír. Las palabras de sabiduría oídas en silencio son mucho más efectivas que toda esa propaganda vacía. Y sigue:

Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un solo error destruye mucho bien. Las moscas muertas hacen heder y corrompen el perfume del perfumista; así es una pequeña locura al que es estimado como sabio y honorable. (Eclesiastés 9:18-10:1)

Esto es cierto en las batallas reales que las naciones han mantenido a veces. Frecuentemente los callados principios bíblicos se han impuesto al poder de la fuerza. Miren al movimiento de derechos civiles del Dr. Martin Luther King, quien basó sus acciones y liderazgo sobre los principios escriturales de la protesta no violenta. He ahí un ejemplo vívido de lo poderoso que tal movimiento puede ser para superar la injusticia y el descarado abuso físico y poner las cosas en su sitio. Esto es cierto en la vida de un individuo y en la de una pareja también. La sabiduría es mejor que la guerra, mejor que pelearse. Pero una advertencia viene incluida aquí: ... un solo error destruye mucho bien. Las moscas muertas hacen heder y corrompen el perfume del perfumista. Una persona que insista en seguir la filosofía del mundo puede a menudo dañar, detener e incluso destruir la obra sanadora de la sabiduría.

El Buscador dice:

El corazón del sabio está a su mano derecha, mas el corazón del necio a su mano izquierda.

Aun mientras va de camino, al necio le falta cordura, y va diciendo a todos que es necio. (Eclesiastés 10:2-3)

La sabiduría de Dios proporciona una guía a través de la vida más segura que las acciones impulsivas de aquellos que siguen los puntos de vista populares de alrededor. Incluso cuando un necio sigue la ruta correcta, deja claro que no entiende por qué; revela su ignorancia hasta cuando habla. El Dr. Lewis Sperry Chafer solía decirnos en el seminario de Dallas: “¡Es mucho mejor guardar silencio y dejar que todo el mundo piense que eres tonto, que abrir la boca y despejar toda duda!”. Qohelet dice que incluso cuando los necios toman el buen camino y hacen lo correcto, el modo en que lo explican o describen revela lo equivocados que están. Es como el hombre que saltó al agua para salvar a otro hombre que se estaba ahogando. Preguntado por qué lo hizo, dijo: ¡Tenía que hacerlo; él tenía puesto mi reloj!. Así que, incluso cuando un necio anda por el camino, le falta juicio y hace saber a todo el mundo que es un necio.

El cuarto contraste: la sabiduría es mejor que irse lejos:

Aunque el ánimo del príncipe se exalte contra ti, no pierdas la calma, porque la mansedumbre hace cesar grandes ofensas. (Eclesiastés 10:4)

Hay ocasiones en que salir corriendo, zafándose de todo, parece lo mejor que se puede hacer, pero este texto nos advierte de que no. Es mucho más sabio dar una respuesta suave que disipe la ira, o mostrar deferencia con la persona implicada que pueda sentirse ofendida, lo que significa tener consideración con los sentimientos y derechos de otra persona en lugar de los propios. Incluso un gobernante o un rey pueden ser aplacados por la deferencia.

Luego, en los versos 5 al 7, tenemos lo opuesto a esto, el daño que el pensamiento insensato puede causar:

Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado del príncipe: que la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos están sentados en lugar bajo. He visto siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos sobre la tierra. (Eclesiastés 10:5-7)

Un error que la gente en autoridad comete frecuentemente es nombrar a sus incompetentes amigos para algún cargo; ponen la gente equivocada en el lugar que les conviene. Personas que no tienen aptitudes son exaltadas y puestas en lugares elevados, mientras que aquellos con gran capacidad son tratados como esclavos y no tienen oportunidades. Esto se llama favoritismo. En el último número de la revista Time había un artículo sobre cómo los nombramientos políticos han disminuido el prestigio y la autoridad del tribunal supremo de California. De esto mismo es de lo que este verso habla.

En la sección siguiente, versos 8 al 11, el Buscador vuelve a la sabiduría para describir las clases de conocimiento que la sabiduría abarca. Primero hay una parte sobre evitar peligros, sobre entender que ciertas situaciones conllevan peligros inherentes:

El que haga un hoyo caerá en él; y al que aportille el vallado, lo morderá la serpiente. Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña, en ello peligra. (Eclesiastés 10:8-9)

Muy pocos de nosotros hemos estado alguna vez ocupados en hacer hoyos, aportillar vallados, cortar piedras o partir leña. Pero, no está hablando sólo de situaciones físicas reales. Estas son descripciones simbólicas de las cosas que nos hacemos los unos a los otros. ¿Ha cavado usted alguna vez un hoyo para otra persona; le ha tendido una trampa para avergonzarle, para hacerle parecer mal, o herirle de alguna manera, sólo para descubrir que usted mismo fue el que cayó en la trampa de la situación que había urdido?

La sabiduría entiende que cuando usted cava un hoyo, usted también está en peligro; usted mismo puede caer en él. La sabiduría entiende que cuando usted intenta derribar un muro de obstrucción que le impide llegar a algo o a alguien, usted mismo está en peligro, porque escondida en ese muro hay una serpiente que le morderá. Muchos han descubierto que al intentar romper con demasiada dureza la resistencia de alguien, han azuzado una serpiente dentro de sí mismos, que explota de ira y les conduce a cosas dañinas y peligrosas. Él mismo recibe el mordisco.

Quien corta piedras, quien intenta quitar algo de valor, desenterrar algo para sí mismo, que le será de gran utilidad y beneficio, tiene que recordar que puede ser dañado por ello. Puede que consiga lo que quiere, pero será lo peor que le podría ocurrir. El salmo 106 dice de los israelitas en el desierto: Él les dio lo que pidieron, pero envió mortandad sobre ellos (Salmo 106:15). El que parte leña, en ello peligra. He aquí el mismo principio. La idea es que hay que tener precaución en todos estos intentos que pueden ponerle en peligro a usted también.

Luego, hay dos versos sobre cómo la sabiduría emplea ayuda oportuna:

Si se embota el hierro y su filo no es amolado, hay que aumentar el esfuerzo; lo provechoso es emplear la sabiduría. (Eclesiastés 10:10)

Si usted no medita bien lo que va a hacer y pule sus estrategias, pensándose bien cómo se va a aproximar a algo, sólo gastará un montón de esfuerzo y se verá agotado en el proceso. Pero el hombre sabio, entendiendo la necesidad de ingenio y claridad, agudizará la perspicacia de su pensamiento antes de intentar algo y, de este modo, tendrá éxito.

Si la serpiente muerde antes de ser encantada, de nada sirve el encantador. (Eclesiastés 10:11)

El daño ya está hecho. Así que no vaya buscando consejo o ayuda para remediar una situación después de que haya ocurrido. Se necesita pedir ayuda antes. Busque el consejo de alguien que pueda apaciguar la situación, uno que pueda calmar la serpiente que hay dentro de nosotros, antes de meterse en problemas. Ese es el argumento de la sabiduría. ¡Qué práctico es esto!

Terminaremos esta mañana con la sección de los versos 12 al 15, donde Qohelet expone los peligros de hablar tontamente:

Las palabras del sabio están llenas de gracia, mas los labios del necio causan su propia ruina. (Eclesiastés 10:12)

Cuando irreflexivamente seguimos la sabiduría secular que nos rodea (sabiduría que parece buena y correcta, pero que sin embargo es insensatez), acabaremos dañándonos a nosotros mismos. Cuán trágicamente ha sido esto ejemplificado en las vidas de aquellos que tiran por la borda la sabiduría de la Palabra y actúan de acuerdo con la mentalidad del mundo. Acaban rotos, heridos, desdichados, tristes, contaminados, pervertidos, vacíos y solos. Toda la creciente desdicha y angustia de la vida que vemos a nuestro alrededor se debe al abandono deliberado de la sabiduría de la mente de Dios. Eso le consume y le destruye a uno.

Incluso es más intenso:

El comienzo de las palabras de su boca es necedad; el final de su charla, nocivo desvarío. (Eclesiastés 10:13)

Lea los periódicos de mañana por la mañana y verá ejemplos de personas que comenzaron intentando expresarse de una manera sencilla, pero la situación se puso tensa, hasta un punto en que recurrieron a la violencia e incluso el asesinato. Este es el poder de la necedad. Verso 14:

El necio multiplica sus palabras. Si nadie sabe lo que ha de acontecer, ¿quién le hará saber lo que después de él será? (Eclesiastés 10:14)

Una de las señales de la sabiduría tonta es lo efusiva que es, diciendo cosas sólo por el gusto de que le oigan. Me recuerda al hombre que dijo: ¡Todo lo que hace mi esposa es hablar, hablar y hablar!. Su amigo le preguntó: ¿Y de qué habla?. Y él replicó: ¡No lo sé. Ella no lo dice!. Palabras vacías de contenido, esto es característico de nuestro tiempo. Nunca ha existido una época en que la gente haya sido bombardeada con tanta palabrería, tanta literatura y tantos aluviones de palabras a través de los medios de comunicación. No obstante, una gran parte está completamente vacía de significado, es insatisfactoria y desorientadora en extremo. De modo que el Buscador cierra así esta parte:

Tanto fatiga a los necios el trabajo, que ni aun saben por dónde ir a la ciudad. (Eclesiastés 10:15)

¿No es eso revelador? El necio no sabe el camino; no sabe cómo ir; está confuso, desgastado, vacío. Hay tanto de lo que oímos hoy día que nos deja así. Usted corre tras esas cosas y encuentra que no le llenan, no se siente fortalecido. Usted pasa horas viendo la televisión, leyendo revistas, novelas, o lo que sea, pero no se alimenta. Usted no está satisfecho, ni se siente fortalecido y ayudado; se siente vacío, solo y deprimido. Aun peor, se siente confuso. Muchos dicen: No sé qué hacer con este problema; no sé qué pasos dar. Pero las Escrituras nos dicen que en toda situación en la que busque dirección hay un paso que se puede dar, algo que usted puede hacer que es correcto. Si usted hace lo correcto, otro paso se abrirá, y luego otro, y pronto encontrará que hay una Mano divina guiándole paso a paso a través de toda la situación. En lugar de romper, arruinando y dañando todo lo que Dios ha estado haciendo, gradualmente la situación se desenreda y le conduce a la vida; llega un sentimiento de gozo y satisfacción porque Dios ha solucionado el problema.

He situado deliberadamente este pasaje en el contexto de su aplicación al matrimonio, aunque se puede aplicar a muchas otras situaciones. Quiero que ustedes, los que están luchando en sus matrimonios, sepan que la congregación lo entiende, simpatizamos y sabemos que es difícil. Pero van a cometer un error triste y lamentable si recurren al divorcio. Esa es la salida del mundo.