Clouds Parting Revealing the Heavens

Devoción del 3 de julio

Al que nos ama

Al que nos ama, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre, a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Apocalipsis 1:5b-6

Esto es un himno de alabanza que reconoce la grandeza de nuestro Señor. Él nos ama. El verbo está en tiempo presente, no en pasado. Es verdad que nos amó, pero Jesús nos ama ahora. Todas las cosas en la vida de un creyente deberían estar basadas en el amor del Señor Jesús. Es la cosa más asombrosa, el saber en nuestros corazones que somos infieles y necios y a menudo arrogantemente pecadores y egoístas, y aún así él nos ama. Qué diferencia tan grande se produce cuando uno empieza a creer eso.

Hace años, conocí a un hombre que nos contó la historia de su conversión. Era estudiante de la Universidad de Cambridge cuando D.L. Moody fue invitado a hablar allí. Él pertenecía a un grupo de estudiantes que se enojaron porque habían invitado a un rústico predicador americano que con frecuencia daba patadas al inglés del rey. Así que decidieron que le estropearían las reuniones abucheándole. Cuando la reunión empezó, ellos estaban en la primera fila listos para arruinarla. Pero, antes de que Moody hablara, Ira Sankey, su cantante gospel, cantó. Su voz calló a la multitud, y cuando terminó, Moody subió a la plataforma, señaló con el dedo a los jóvenes de la primera fila y dijo: Jóvenes caballeros, no sus penséis nunca, que Dios no los ama, porque sí lo hace. Ellos estaban tan pasmados por este comienzo tan poco gramatical, que escucharon a Moody en silencio. Éste volvió al mismo tema más tarde y dijo otra vez: Jóvenes caballeros, no sus penséis nunca que Dios no los ama, porque sí lo hace. Este hombre contó que Moody siguió hablando del amor de Jesús por una raza perdida, y nos dijo: Empecé a verme a mí mismo con una luz diferente, y para el final de la reunión le entregué mi corazón a Cristo.

Juan dedica el libro al que nos ama y, además, nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre. Él rompe las cadenas de los malos hábitos en nuestras vidas. Nos libera de las dependencias que hemos permitido que nos encadenen. Aquellos que han luchado con la dependencia del alcohol saben el cepo que puede suponer para sus vidas. ¡Pero aquí hay alguien que nos libera! Todos somos dependientes de forma pecaminosa. Todos hemos sido encadenados por el mal de una manera u otra: actitudes egoístas, temperamentos iracundos, pasiones lujuriosas, discursos airados y egocéntricos. Somos tan víctimas del mal como lo pueda ser cualquier alcohólico, pero aquí hay Alguien que nos ha liberado por el sacrificio de Su propia vida.

Pero, más que eso, Él nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre. Un sacerdote se dedicaba a curar la alienación que la gente sentía con respecto a Dios. Los pecadores se sentían separados de Dios. Con su comportamiento se amputaron a sí mismos de un Dios santo. Pero tienen que ser acercados de nuevo por los sacerdotes. Ese es el trabajo de los creyentes en la actualidad. Hemos de ayudar a la gente perdida a darse cuenta de que Dios anhela atraerlos a Sí mismo y curar su alienación. Para esto Jesús nos ha hecho un reino de sacerdotes. ¿Alguna vez piensa en usted mismo como un sacerdote? Para hacer eso es para lo que le ha enviado Dios.

Señor, Tu amor me ha conquistado, y oro para que pueda crecer en el conocimiento de Tu amor y en la llamada que me has hecho para servir como sacerdote a Dios mi Señor. Amén.

Aplicación a la vida

¿Está tu servicio como sacerdote en Su reino siendo alimentado y motivado por el amor de Cristo, o por el deseo de ser amado por Cristo?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Tras el escenario de la historia

Lea el mensaje de Ray