Plant Budding Through a Crack in the Concete of Adversity

Devoción del 26 de noviembre

Hijos y padres

Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

Colosenses 3:20-21

La palabra obedecer viene de palabras griegas que significan oír bajo alguien. Así, los hijos son exhortados a escuchar a sus padres, reconociendo que están sobre ellos y tienen autoridad en sus vidas. Los padres deberían indicar a sus hijos que pueden agradar a Dios con su obediencia voluntaria hacia ellos. ¿Por qué es eso agradable a Dios? Por un lado, porque preserva la paz en el hogar. Los hijos desobedientes son siempre causa de conflictos y problemas. Por otro lado, porque enseña respeto a toda autoridad. Dios sabe que esto es una parte inmensamente importante de la vida y debería ser enseñada a los hijos mientras crecen.

Luego, el apóstol nos da la otra cara de la moneda en palabras dirigidas a los padres. La palabra equivalente a exasperar viene de la palabra agitar, provocar o irritar. Eso no significa que los padres nunca digan o hagan lo que irrita a sus hijos. Frecuentemente, la disciplina puede irritar a los hijos. No debemos intentar evitar toda ocasión de ejercerla. Pero esta palabra se da en el presente continuo. De modo que en realidad está diciendo: Padres, no estéis irritando a vuestros hijos. No sigáis machacándoles, insistiendo, o se volverán pusilánimes. Ésta es una lección importante para los padres. Uno de mis nietos estuvo un poco huraño el otro día cuando le corregí por algo. Cuando le pregunté por qué estaba actuando de ese modo, él dijo: Porque siempre me estás acusando. Eso me hizo pensar. Yo no me daba cuenta de que él lo veía de ese modo. Yo no creía que siempre le estuviera acusando, pero a él se lo parecía. Me di cuenta de que sería mejor que yo cambiara y abordara las cosas de otra manera. De eso trata este mensaje a los padres.

He descubierto a través de mucha experiencia que hay tres cosas que los padres hacen que son particularmente irritantes para los hijos. La primera es que los ignoren. Un padre que no tiene tiempo para su hijo pronto crea en él un resentimiento profundamente arraigado. Puede que el niño no sepa cómo expresar el problema, pero siente que no vale nada. Una segunda fuente de irritación es mimar a sus hijos, dándoles todo lo que quieren. Eso hará que pronto estén inquietos e insatisfechos. Los niños anhelan que les den guía y dirección, no gratificaciones superficiales. Tales gratificaciones crearán a menudo un resentimiento hondamente asentado. Ofenderlos, insultarlos y menospreciarlos, es también una fuente de resentimiento en los hijos. Se desanimarán, y los alejará de las cosas de Dios. Una vez oí de un padre que estaba en el ejército y que solía poner en fila a sus hijos todas las mañanas y les daba órdenes. Una vez estaba dándoles sus órdenes para el día y preguntó: ¿Alguna pregunta?. Su hijo levantó la mano y dijo: ¿Cómo puede uno salirse de este grupo?. Muchos hijos, tarde o temprano, harán la misma pregunta si sus padres no obedecen el mensaje del apóstol: Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten.

Gracias por el regalo de los hijos, Señor. Enséñame a amarlos y guiarlos del modo en que Tú me has amado y guiado.

Aplicación a la vida

¿De qué manera sus palabras y costumbres hacia sus hijos traen amargura y desaliento?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Living Christianly

Lea el mensaje de Ray