Plant Budding Through a Crack in the Concete of Adversity

Devoción del 21 de noviembre

Poneos lo nuevo

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de bondad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia. Soportaos unos a otros y perdonaos unos a otros, si alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.

Colosenses 3:12-13

Pablo acaba de decir a los colosenses que abandonen las viejas reacciones y se vistan de varias cualidades que reflejan la vida de Jesús. La primera es la misericordia, o literalmente, las entrañas de simpatía. Los antiguos creían que las emociones se originaban en las entrañas. Nosotros no pensamos de esa manera, aunque nos acercamos cuando decimos: Le amo entrañablemente. La misericordia es lo que llamamos un corazón compasivo. Es un sentimiento de simpatía, de empatía con alguien. Afronte su vida con compasión. Póngasela cuando se levante por la mañana. Usted es un hombre nuevo o una mujer nueva; por lo tanto, ¡viva de esa manera!

Después de eso viene la bondad. La bondad es una acción que revela compasión. Puede adoptar muchas formas diferentes: una sonrisa, una palabra amable, una palmadita en el hombro, una invitación a almorzar, un ofrecimiento de ayuda. Hace muchos años, un joven fue a vivir a una gran ciudad y se juntó con mala gente. Vivió una vida salvaje, involucrándose en muchas cosas dañinas que casi lo destruyeron. Pero, un día oyó a un predicador y fue impactado por sus palabras. Regresó a oírlo de nuevo una y otra vez, y pronto el predicador pudo guiarlo a Cristo. Ese joven era el gran San Agustín. Esto es lo que Agustín escribió de Ambrosio, ese predicador: Empecé a amarlo, al principio no como maestro de la verdad, la cual yo había desesperado de encontrar en la iglesia, sino como alguien que fue bondadoso conmigo. ¡Qué gran puerta abierta puede ser la bondad!

La tercera cualidad es la humildad, la cual ha sido llamada la más excepcional y hermosa de todas las virtudes cristianas. La principal virtud cristiana es la humildad, porque es justo lo opuesto al peor de los pecados, que es el orgullo. De modo que hemos de ponernos la humildad, pensar humildemente de nosotros mismos. Como Pablo dice en otro lugar: Estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo. No hemos de considerarnos a nosotros mismos en ningún modo superiores a los demás. Un moderno proverbio lo expresa bien; tenemos que recordar que: Todos estamos hechos de la misma masa, sólo que ¡algunos están más enmohecidos que otros!.

La cuarta cualidad es la mansedumbre, a veces traducida como gentileza. Me gusta la definición que dice que la mansedumbre es fortaleza bajo control. Es verdadera fuerza, pero no tiene que exhibirse ni presumir de lo fuerte que es. La primera asignatura del plan de estudios del Espíritu Santo es que debemos convertirnos en lo que Jesús dijo de Sí mismo: Soy manso y humilde de corazón.

La quinta cualidad es la paciencia. Literalmente es ser sufrido, aguantar la conducta exasperante de otros sin montar en cólera. Es un concepto negativo; es reprimirse, refrenarse uno mismo, para no turbarse o hablar crudamente a alguien, tal como nuestra pareja o nuestro hijo, cuando encontramos su conducta difícil y exasperante. Relacionada con la paciencia encontramos la sexta cualidad: tolerancia. Debemos soportarnos unos a otros. Ésta es similar a ser sufridos, pero por el lado positivo. Literalmente es aguantar y apoyar a alguien, no sólo refrenarse a uno mismo, sino apoyar a otros y animarlos. Es una gran cualidad cristiana.

Padre, así es como siempre quise ser, pero sé que sin Ti es imposible. Sólo a través del conocimiento de Tu amor incondicional por mí y la obra de Tu Espíritu puedo ser esa clase de persona.

Aplicación a la vida

¿Cómo puede usted hacer visible el amor de Dios en un mundo lleno de conflictos y división?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

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