Determined Woman Seeking to Remain Spiritually Strong

Devoción del 28 de junio

Charla familiar

Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu...

Efesios 6:18a

Existe una relación muy fuerte y poderosa entre ponerse la armadura de Dios y orar. No es suficiente orar; también hay que ponerse la armadura de Dios. La oración es lo que sigue a ponerse la armadura de Dios. Es una consecuencia normal y natural. No estoy sugiriendo que no vayamos a necesitar poner nuestra voluntad a la tarea de orar y seguir hasta el final. Pero el lugar a donde nuestra voluntad debería ir no es primero a la oración, sino a hacer lo que implica ponerse la armadura de Dios. Primero, medite en las implicaciones de nuestra fe, y luego la oración surgirá de forma natural. Cuando suceda en ese orden será una oración reflexiva, una oración con sentido y significado.

Éste es el problema mayor con nuestra oración ahora, ¿no es verdad? Es tan insustancial, tan superficial, a nivel del soniquete que todos oímos del hombre que oraba: Bendice a mi esposa, a mi hijo Juan y a su esposa, a todos nosotros, y nada más. Algunas veces nuestras oraciones son sólo un poco superiores a las simples oraciones infantiles: Cuatro esquinitas tiene mi cama; cuatro angelitos me la guardan. ¿Qué se necesita? La oración debería ser el resultado de considerar las implicaciones de la fe. Esto le añade profundidad, sentido y transcendencia. La oración debería ser directa y con propósito.

¿Qué es la oración? ¿Es acaso una mera superstición, como alguna gente piensa: un murmullo, un hablar con uno mismo bajo un sueño engañoso, que usted dirige a una deidad? ¿O es una forma de magia negra por la cual se espera que algún genio celestial manipule la vida a nuestro deseo? ¿O es, como dicen ciertos grupos, una comunión con uno mismo: una manera sicológica de hablarse a uno mismo, en la que usted descubre profundidades de su ser que estaban ahí todo el tiempo, pero que usted no percibió hasta que oró? Todas estas ideas sobre la oración son bastante distintas de las que aparecen en las Escrituras.

Si usted toma la gama completa de las enseñanzas bíblicas sobre este gran tema de la oración, encontrará que, subyaciendo bajo toda la exposición bíblica, está la idea de que la oración es una conversación con Dios. Los cristianos están en la familia de Dios. La oración es una charla familiar. Es una conversación amigable, íntima, franca y sin restricciones con Dios, y es a esta relación íntima y cercana a la que todo individuo es llevado por la fe en Cristo. Por la fe en Él, salimos del estado de ser extraños y forasteros para Dios, a ser la familia de Dios y entrar en el círculo familiar íntimo de los hijos de Dios. Es fácil conversar dentro del círculo familiar, pero piense cuánto daño se hace a esa intimidad si la gente se niega a hablar. La oración, por tanto, es básica y simplemente mantener una conversación con Dios.

Pablo también menciona peticiones especiales. En nuestra conversación con Dios es perfectamente adecuado pedir, porque somos hijos y Él es Padre. Lo que el apóstol está diciendo es: Después de haberse puesto la armadura de Dios, después de haber considerado las implicaciones de su fe en las maneras sugeridas previamente, hable a Dios sobre ello. Cuénteselo todo. Cuéntele sus reacciones, cuéntele cómo se siente, describa su relación con la vida que le rodea y sus reacciónes hacia los demás, y pídale lo que necesite.

Señor, enséñame a orar de manera directa y poderosa, como resultado natural de ponerme la armadura de Dios.

Aplicación a la vida

¿Se caracteriza su vida de oración por clichés superficiales, o es una conversación íntima y sincera con Dios?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Consejo para cuando estás siendo atacado

Lea el mensaje de Ray