Priest Reading God's Word

Devoción del 27 de octubre

La palabra eterna

En el principio era el Verbo, el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios. Éste estaba en el principio con Dios. Todas las cosas por medio de él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la dominaron.

Juan 1:1-5

Esto no se escribió acerca de algún ser místico divino de lo alto del cielo. Esto se escribió para describir la identidad de un Hombre que una vez caminó sobre esta tierra, que vivió y respiró como nosotros. Juan conocía a este Hombre íntimamente. Comió con Él y durmió al aire libre con Él; le tocó y le agarró, le oyó y le siguió. Éstas son las importantes conclusiones a las que Juan ha llegado al pensar sobre la vida, la muerte y la resurrección de ese Hombre extraordinario.

Juan quiere que entendamos que Jesús era la Palabra de Dios. Y por cierto, ¿qué es una palabra? Una palabra es una expresión audible o visual de un pensamiento. Los pensamientos son incomunicables hasta que se ponen en palabras. Las Escrituras preguntan varias veces: ¿Quién ha conocido la mente del Señor?. La respuesta es: Nadie. Nadie sabe lo que Dios piensa hasta que Él nos lo dice. Eso es lo que Juan quiere decir aquí. Cuando Jesús estuvo entre nosotros como hombre, expresó lo que pasaba en la mente de Dios. Nos contó los pensamientos de Dios. Era la voz de Dios en la tierra. En el libro de Hebreos leemos: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo (Hebreos 1:1-2a).

Lo que es más, esa Palabra existe desde el principio: En el principio era el Verbo. ¿El principio de qué? El principio de todo. Esta Palabra de Dios es eterna; siempre ha existido. Nosotros no tenemos ninguna historia antes de llegar a la tierra, pero Jesús sí. Él podía recordar el tiempo en que estaba con el Padre antes de que el universo comenzara. Nosotros no podemos hacer eso. Pero Jesús tenía una historia antes de llegar a la tierra, y Juan nos dice que era la de la Palabra, el Hijo eterno.

Pero, más que eso, Juan dice que esta Palabra estaba con Dios. La Palabra es distinta del Padre; dos Personas separadas y, sin embargo, tan cercanas que la Palabra estaba íntimamente involucrada en el Padre, de modo que Sus pensamientos y Sus propósitos eran uno sólo. Jesús dijo: El Padre y yo uno somos (Juan 10:30). Él no quiere decir uno y el mismo; son dos personas separadas. Cuando usted piensa en las personas en este sentido, no piensa en cuerpos. Los cuerpos no son esenciales en las personas. Juan declara aquí que el Hijo eterno, Jesús, era una persona, y el Padre era una persona, y ellos eran uno en propósito y acción.

Finalmente, Juan hace la afirmación clara: y el Verbo era Dios. ¡No hay duda sobre eso! Muchas religiones niegan esta gran verdad de que Jesús era Dios. Pero no hay otra traducción posible de esta afirmación sin transgredir las leyes de la gramática griega y las afirmaciones de otros pasajes de las Escrituras.

Padre, gracias por hablarnos en la persona de Tu Hijo, quien estaba contigo desde el principio y es la representación perfecta de Tu mente y pensamientos. Ayúdame a escucharle. Amén.

Aplicación a la vida

El misterio de la relación eterna entre el Padre y el Hijo está más allá de nuestras mentes finitas. Pídale a Dios que le dé un entendimiento creciente de este misterio.

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Who is Jesus?

Lea el mensaje de Ray