Priest Reading God's Word

Devoción del 31 de octubre

Santificados en la verdad

Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en la verdad.

Juan 17:17-19

No sé qué piensa usted que es la santificación. Con demasiada frecuencia pensamos en ella como una especie de proceso de desparasitación religiosa: usted pasa por él una vez y ya está santificado, y nada podrá nunca tocarle otra vez. Pero eso es falso a primera vista. Las Escrituras no enseñan eso, ni tampoco la experiencia. La santificación es una palabra sencilla que significa ser puesto aparte para un cierto propósito, ser destinado a un uso determinado.

Cuando selecciono una corbata de entre una variedad de ellas, la santifico. Cuando usted selecciona un asiento para sentarse, usted santifica ese asiento; usted lo pone en su uso previsto. Cuando usted arranca un trozo de papel para escribir una nota, usted santifica ese trozo de papel para el uso que pretende. Eso es todo lo que significa. Y cuando Dios nos llamó a ser cristianos, nos puso aparte para el uso para el que fuimos destinados: no para ser nuestros, sino para ser instrumentos y andar de acuerdo con Sus caminos.

¿Qué es lo que puede conseguir que eso sea así? Jesús nos lo dice: Es la Palabra, la verdad, la verdad sobre la vida. El mundo vive en una ilusión reluciente, un mundo de sueños. El mundo vive por cosas que no son verdad en absoluto, pero que piensa que son verdad; vive de acuerdo a principios y estándares sin valor y sin sentido, pero que se exaltan grandemente. Jesús dijo: Lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. Así es como vive el mundo. ¿Y cómo podemos vivir en esta clase de mundo, tocándolo, oyéndolo, llenando nuestros oídos y ojos día y noche, sin amoldarnos a su imagen ni acabar metidos en su molde a la fuerza?

La respuesta es que debemos conocer la verdad. Debemos conocerla tan clara e intensamente que, incluso cuando estemos escuchando estas atractivas mentiras, podamos reconocerlas como mentiras y saber que están equivocadas; incluso cuando sintamos que la carne dentro de nosotros se levanta y nos urge a implicarnos en ellas y participar en ellas y no ser diferentes, podemos decir por el Espíritu de Dios: No, he entregado mi vida a Jesús. Jesús es mi autoridad. Y Él es mi fortaleza. Por Su gracia y poder me mantendré firme en medio de este mundo. Pero, si su Biblia está cerrada, si usted no está creciendo en el conocimiento de la Palabra de Dios, es sólo una cuestión de tiempo que el mundo entre y tome el poder en usted. Y perderá todo el gozo y la vitalidad de su experiencia cristiana.

Jesús mismo vivió de esa manera. En Su oración, le dijo a Su Padre: Por ellos yo me santifico a mí mismo. ¿Por qué se santificó a Sí mismo? Para que pudiéramos tener un ejemplo de lo que significa ser santificado, vivir en la verdad de Dios en medio de un mundo enfermo y moribundo.

Padre, oro como Jesús oró, para que me libres del maligno. Guárdame en Tu verdad, de modo que pueda glorificarte. Amén.

Aplicación a la vida

¿De qué maneras está usted cultivando un conocimiento de la Palabra de Dios, para santificarse y protegerse del maligno?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Kept

Lea el mensaje de Ray