Man Pouring Out His Heart to God in Prayer

Devoción del 12 de octubre

Faltas ocultas

¿Quién puede discernir sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias, que no se enseñoreen de mí. Entonces seré íntegro y estaré libre de gran rebelión.

Salmo 19:12-13

“Líbrame de mis errores ocultos”. ¿Es ésa su oración? ¿Sabe usted lo que pasará si ora de esta manera? Puede que crea que Dios va a coger una esponja y va a limpiar dentro de usted para que ni siquiera pueda saber lo que eran esas faltas ocultas, pero Dios no hace eso. Su manera de tratar las faltas ocultas es o bien enviar a alguien que le muestre a usted sus faltas o hacer que resulten evidentes por medio de alguna circunstancia en la que usted se tenga que enfrentar de repente con lo que ha hecho o dicho y se encontrará con que es algo feo y no le gustará. Así es como Dios nos limpia nuestras faltas ocultas, abriendo los lugares secretos.

Normalmente lo hace por medio de otras personas porque, como Dios bien sabe, nosotros mismos no las podemos, pero otras personas pueden vernos a nosotros. Estas faltas se mantienen ocultas a nuestros ojos, pero no es así para otras personas, que las ven con toda claridad, y nosotros podemos ver sus faltas ocultas mejor de lo que las pueden ver ellos. Usted sabe que puede ver las faltas de alguien en quien está pensando ahora mismo mejor de lo que las puede ver esa persona. Usted dice: “No sé como esa persona puede estar tan ciega”. Pero hay alguien que está pensando exactamente lo mismo acerca de usted. Por eso es por lo que es siempre apropiado decir: “Señor, líbrame de mis faltas ocultas. Ayúdame a verme a mí mismo por medio de los ojos de un amigo que me quiere lo suficiente como para decirme la verdad”.

Y además: “Preserva también a tu siervo de las soberbias”. Las soberbias tienen que ver con el pecado de confiar usted en que puede hacer lo que Dios quiere que haga. La confianza en sí mismo es presunción. Dios no nos pide nunca que hagamos algo sobre esta base. Si dependemos de nosotros mismos, estamos actuando de una manera presuntuosa, y cualquier actividad que provenga de la confianza en nosotros mismos es un pecado de presunción. “Todo aquello que no sea de la fe es pecado.” El hecho de que yo actúe como si hubiese algo que yo pudiera contribuir es ser culpable de esta clase de pecado. La cura para esto es la dependencia en la actividad de Dios en usted como creyente. Así que David está diciendo en oración: “Señor, permite que me dé cuenta de que sin Ti no puedo hacer nada. Ayúdame a depender de Ti para que Tú obres en mí, y entonces seré irreprochable e inocente de cometer una gran transgresión”.

Señor, Tú me hablas a mí por medio del mundo que Tú has creado y la Palabra que has hablado. Haz que tenga un corazón que se deje enseñar.

Aplicación a la vida

¿Cuáles dos áreas de nuestras vidas necesitan ser expuestas? ¿Estamos abiertos a orar acerca de ellas y permitir que Dios conteste nuestras oraciones de Su propia manera?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

Opening the Books

Lea el mensaje de Ray