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Nuevo Testamento

2 Timoteo: Cómo no hundirse

Autor: Ray C. Stedman


En el año sesenta y ocho del primer siglo, había un anciano que se encontraba en la cárcel de Roma, en una pequeña celda circular de unos pocos metros de diámetro, que estaba escribiéndo una carta a un joven que se hallaba en Éfeso, al otro lado del mar Egeo y del Adriático, y el tema de la epístola era cómo mantenerse fuerte en medio de una civilización que se estaba desmoronando. Ese es el tema de la segunda epístola de Pablo a su hijo en la fe, Timoteo, y ese tema suena bastante apropiado para esta hora del siglo XX, ¿no es cierto?

Al escribir Pablo a este joven hijo suyo en la fe, que tenía una constitución débil (para ser exacto, un estómago débil) y un espíritu temeroso, con una manera un tanto tímida de enfocar la vida, y que vivía en medio de una intensa persecución y desafíos que se encontraban muy por encima de su poder natural como para que supiese cómo enfrentarse con ellos, Pablo es consciente de que no tardará en partir para estar con el Señor y que lo que está haciendo es pasarle la antorcha a este joven. Esta palabra, de puño y letra del apóstol Pablo, es la última que tenemos de él en aquella época y viene a ser, por así decirlo, el canto del cisne, sus últimas palabras de exhortación, pero además resultan especialmente apropiadas para esta hora en la que nos ha tocado vivir. La clave de esta epístola la encontramos casualmente en el primer versículo:

Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, según la promesa de la vida que es en Cristo Jesús... (2 Timoteo 1:1)

¿Se le ha ocurrido a usted pensar alguna vez en el evangelio o el cristianismo de ese modo, como "la promesa de la vida que es en Cristo Jesús"? No me refiero tanto a la vida venidera, sino a la vida actual. Hay un consenso general respecto al hecho de que el problema principal con el que se les tienen que ver tanto los mayores como los jóvenes es cómo enfrentarse a la vida, y uno de los grandes obstáculos en cuanto a llegar a una opinión satisfactoria de la vida es que el cristianismo se considera, de algún modo, como una especie de desvío, como si el ser cristiano fuese algo que nos obligase a renunciar a la mayoría de las cosas emocionantes de la vida; pero el cristianismo no es ni mucho menos un desvío que deje a un lado esta vida. Es precisamente como una gran autopista que cruza por el centro de la vida; es la clave de la vida; es la realización del anhelo y de los deseos de los corazones humanos. Por ello, en esta segunda epístola a Timoteo, el apóstol nos está ofreciendo esta clave de la vida.

Hay cuatro cosas que desea decir a este joven, todas ellas importantes para él, pero también para nosotros. Las expresa como encargos o exhortaciones a su hijo en la fe. La primera de ellas es: "guarda la verdad", la segunda es: "se fuerte en el Señor", tercera: "evita las trampas y peligros ocultos que hay en el camino" y, en cuarto lugar: "predica la palabra". Si yo tuviese que escribir hoy a un joven, estoy seguro de que no podría encontrar nada mejor que comunicarle que esas cuatro exhortaciones.

Lo primero que enfatiza el apóstol en esta epístola es: guarda la verdad. Dios le ha dado a guardar a Timoteo un depósito de la verdad, que es su responsabilidad, y Pablo sugiere ciertas maneras de cumplir con esta comisión. Reconocemos que va dirigida a un joven que es pastor, el pastor de una gran iglesia en Éfeso. Timoteo tenía la responsabilidad de apuntalar las defensas de esta iglesia, que se estaban viniendo abajo por causa de la presión de una sociedad secular y una actitud pagana, pero es una palabra de consejo que necesita todo cristiano sin excepción, porque a todo cristiano le ha sido encomendado el depósito de la verdad, la revelación fundamental de las Escrituras con respecto a la naturaleza de la realidad: cómo es el mundo, cómo es Dios, cómo es la gente y cómo somos nosotros. ¿Qué es lo que hace que el mundo funcione como lo hace? ¿Por qué se viene siempre todo abajo? ¿Por qué da la impresión de que nada bueno prospera y todo lo malo parece reinar de manera indisputable? La explicación está en el depósito de la verdad que nos ha sido dada por medio de Jesucristo, y eso es lo que tenemos que guardar.

Aquí el apóstol sugiere tres maneras concretas para conseguirlo: primero, poniendo en práctica el don espiritual que Dios ha dado a cada persona.

Por eso te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos, porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. (2 Timoteo 1:6-7)

Si quiere usted una interpretación más exacta de este versículo, digámoslo de esta manera:

No es Dios quien nos da un espíritu de timidez, sino que nos da un espíritu de poder, de amor y una mente sana.

Alguien me pregunta: "¿Qué va a pasar con nuestras relaciones con los rusos, con los chinos comunistas? ¿Qué va a suceder en Oriente Medio? ¿Qué pasará en las elecciones?". No sé lo que va a pasar en las elecciones ni si habrá elecciones este año. No tengo ni idea; nadie lo sabe; pero sí sé esto, que no es Dios el que nos da un espíritu de timidez. Si nos sentimos ansiosos, preocupados, no es algo que procede de Dios. El Espíritu de Dios es un espíritu de poder, de amor y una mente sana: un espíritu de poder, a fin de poder hacer; un espíritu de amor, a fin de reaccionar emocionalmente como debemos; y una mente sana, para que seamos conscientes y actuemos con inteligencia, sabiendo lo que nos disponemos a hacer. Y la manera de descubrirlo es poner en práctica el don espiritual que Dios nos ha dado.

Si es usted cristiano, hay algo que puede hacer por Dios. Usted posee alguna habilidad que le ha sido concedida por el Espíritu Santo, que habita en su interior, y si no la está poniendo en práctica, está desperdiciando su vida. Poco importa lo que esté haciendo; lo cierto es que no está edificando sobre la práctica de ese don espiritual, y todo cuanto haga será una pérdida de tiempo, algo sin sentido e inútil. Y ante el juicio del Espíritu Santo, el único juicio que cuenta, será considerado sencillamente como un puñado de madera, paja y rastrojo.

¿Qué es lo que Dios le ha encomendado para que haga usted? ¿Lo sabe? ¿Lo ha averiguado ya? ¿Sabe usted qué buscar o sabe cómo buscarlo? Averígüelo, porque al hacerlo descubrirá que Dios no da un espíritu de temor, sino de poder, de amor y una mente estable. Cuando empieza a poner en práctica lo que Dios le ha dado, descubre que Dios está con usted y que Él le está apoyando. De modo que esa fue la primera palabra de consejo a Timoteo sobre cómo guardar la verdad, cómo mantener la fe.

Hay un dicho popular y un libro escrito por Adam Clayton Powell: Keep the Faith, Baby (Conserva la fe, Cariño). He leído el libro, pero no he aprendido mucho acerca de cómo conservar la fe. ¿Cómo se conserva la fe? La verdad es que se consigue poniendo en práctica el don espiritual. Comprenderá usted que nuestra fe cristiana no es una flor delicada y frágil, que necesita protegerse en un invernadero. Charles Spurgeon estaba en lo correcto al decir: "La verdad es como un león. ¿Quién ha oído nunca decir que fuese preciso defender a un león? Si lo dejamos libre, se defenderá a sí mismo". Y eso es precisamente lo que tenemos que hacer con la verdad. No necesitamos pedir perdón en nombre de la verdad, mediante argumentos prolongados y exegéticos en cuanto a por qué debemos creer esto o por qué debiéramos creer lo otro. Comencemos a ponerla en práctica; esa es la advertencia.

En segundo lugar, el apóstol dice: guarda la verdad, sufriendo pacientemente, y recuerda a Timoteo que todo cristiano, sin excepción, ha sido llamado a sufrir por causa del evangelio. "Oh", dirá usted, "ese no soy yo. Yo no sufro". Y creo que en ocasiones tenemos tendencia a sentir que hemos sido excluidos de esto. Puede que sea debido a que siempre creemos que el sufrimiento es algo físico, como la tortura, las empulgueras, las doncellas de hierro y el ser destrozados sobre el potro de tormento, esa clase de cosa. Bueno, la verdad es que de vez en cuando los cristianos sufren de esta forma. De hecho, el siglo XX es aquel en el que se han producido más torturas de los cristianos. ¿Lo sabía usted? Han sido más los cristianos que han sido asesinados en este siglo por causa de Cristo que en ningún otro desde el principio.

Pero el sufrimiento del que se habla aquí no es solamente físico, sino que es también mental. Es la clase de sufrimiento que soportamos cuando alguien se sonríe como si supiese algo y guiña el ojo por causa de nuestra fe, o se burla o ríe de nosotros, o nos excluye de su lista de invitados, o nos trata con un considerable y abierto desprecio o desdén sencillamente por ser cristianos; alguien que se burla de una reunión de oración o se ríe de la Biblia. Esto es algo que debemos soportar con paciencia, dice el apóstol. Y al reaccionar, no con ira o con repugnancia o venganza, sino tranquila y calmadamente, como lo hizo nuestro Señor, estamos siendo fieles y guardando la verdad.

¿Sabe usted una cosa? Una de las razones por la que el evangelio no se acepta extensamente en muchos lugares en la actualidad es porque los cristianos han sido impacientes ante el sufrimiento, negándose a tomarse con paciencia la actitud del mundo en este sentido, y han actuado como si se sintiesen ofendidos y heridos cuando las personas les han tratado de mala manera, o se han dado por vencidos y han seguido a la multitud, negándose a aceptar el sufrimiento por causa del Señor. No se puede desafiar al mundo por lo que hace mal sin que se sienta ofendido, y aunque debemos desafiarlo de la manera menos ofensiva posible, sin embargo, las Escrituras dejan claro que hay constantemente un lugar para el sufrimiento del cristiano, y es una de las maneras de las que nos podemos valer para conservar la verdad.

La tercera manera que Pablo sugiere en su primer capítulo es "que presente el modelo de las sanas palabras", es decir, lee y confía en las Escrituras. Me encanta la frase "el modelo de las sanas palabras". Hay muchos actualmente que se están apartando del modelo de las sanas palabras, creyendo que algún escritor seglar, dominado por la ceguera y oscuridad de su propio corazón, tiene una visión más profunda de los problemas de la vida que las Escrituras. Repiten estos argumentos o viven de acuerdo a esta filosofía y pronto se encuentran sumidos en problemas, que con frecuencia se manifiestan como neurosis, psicosis y reacciones nerviosas, y no entienden por qué. ¿A qué se debe que nuestra época padezca de tan enorme cantidad de alteraciones emocionales? Es debido a que, en nuestra ceguera, nos hemos negado a seguir el modelo de las sanas palabras.

Por lo tanto, Pablo sugiere al joven Timoteo estas tres maneras para guardar la verdad: poner en práctica su don, sufrir pacientemente, seguir el modelo de las sanas palabras, y entonces Dios le ayudará siempre:

... porque yo sé a quién he creído y estoy seguro de que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. (2 Timoteo 1:12b)

Así es cómo debe leerse este versículo. No es "lo que le he encomendado" (como dice la versión inglesa del rey Jacobo), sino que dice que Él puede guardar "lo que ha sido depositado en mí"; es decir, la verdad, la totalidad de la fe. Y al realizar fielmente lo que sugiere el apóstol, descubro que Dios protege esa verdad en mi vida y me protege a mí en ella y, de ese modo, me mantiene firme en la fe.

La segunda exhortación era: "sé fuerte en el Señor". Es importante entender que esto no se le dice a nadie a menos que esa persona sea capaz de cumplirlo. ¿De qué sirve decir: "sé fuerte" a una persona que es físicamente enclenque? Y cuando Pablo dice esto a Timoteo por escrito, se da cuenta de que este joven entiende cómo ser fuerte. Pablo no está diciendo aquí cómo hemos de ser fuertes; eso es algo que debemos hallar en las Escrituras. Se trata sencillamente de descansar, aprendiendo cómo depositar nuestra confianza en la obra de Jesucristo. Así es cómo debemos ser fuertes en el Señor, pero lo que necesitaba Timoteo era una exhortación para hacerlo, para ponerlo, de hecho, en práctica, y eso es precisamente lo que necesitamos nosotros.

En cierta ocasión oí un breve pareado en una conferencia a la que asistí que me fue de gran ayuda. Uno de los oradores dijo lo siguiente:

Cuando lo intento, fracaso; cuando confío, Él tiene éxito.

Me gusta eso. Eso lo expresa con exactitud, ¿verdad? Cuando lo intento, fracaso, pero cuando confío, Él tiene éxito; y así es cómo se vive la vida cristiana.

Hay tres figuras de las que se vale el apóstol para describir el ser fuerte en el Señor. En primer lugar, sé fuerte como un soldado. El pensamiento en este caso es una dedicación absoluta a la labor, sin desviarse para nada. Entréguese de lleno a ello, de forma que pueda usted complacer a Dios, que le ha llamado a ser soldado. ¿Cómo puede usted seguir a Cristo si se dedica a otros propósitos en la vida? En ese caso se encontrará con diferentes propósitos conflictivos. No, dice Pablo, si quiere usted ser fuerte, dedíquese de lleno de la misma manera que un soldado se entrega de lleno a una sola cosa.

En segundo lugar, sé fuerte como un atleta. Eso quiere decir ser disciplinado, sin buscarse caminos más fáciles, sin excusas y sin saltarse las reglas a la torera. De la misma manera que no se corona a un atleta a menos que cumpla las normas, si va usted a ser cristiano, no se busque atajos; sencillamente sígale.

En tercer lugar, sígale como un granjero, lo cual implica ser diligente. Aplíquese a esta labor, sin disminuir el ritmo de trabajo. Cualquier granjero sabe que si espera que haya una cosecha en el otoño, debe pasar algún tiempo trabajando y plantando durante la primavera. Y así de sencillo debiera ser en la vida del cristiano. La vida cristiana no es una en la que relajamos tranquilamente mientras sigue su propio camino, sino que exige una diligencia y una disciplina, leyendo y dedicándonos de lleno a la labor de conocer las Escrituras y aplicando deliberadamente los grandes principios de la verdad que aprendemos. Y si hace usted estas cosas, dice Pablo, podrá ser usted fuerte, fuerte en el Señor.

Finaliza este encargo con un recordatorio acerca de la fortaleza del Señor. No solo ser fuertes, sino ser fuertes en el Señor.

Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de los muertos... (2 Timoteo 2:8a)

Dos cosas acerca de Él que recordar: es el Cristo resucitado, capaz de estar con usted en cualquier momento y en cualquier ocasión. No está limitado ni por espacio ni por tiempo ni por geografía, y está a su disposición ahora mismo, además del hecho de que es un Cristo humano. Él ha estado donde ha estado usted y ha pasado por lo que está pasando usted. Sabe las tensiones por las que pasa usted y ha sentido sus mismos temores. "Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de los muertos", un Cristo resucitado y humano.

La próxima recomendación comienza a partir del capítulo dos, versículo catorce, y termina en el capítulo tres. Aquí Pablo nos está diciendo que evitemos las trampas y los engaños que pueda haber en el camino, destacando tres de ellos. Primero, son las discusiones por las palabras. ¿Se ha dado usted cuenta alguna vez de la manera en que los cristianos se enfadan en ocasiones por palabras insignificantes de las Escrituras, sobre cómo se efectúa el bautismo o al hablar del milenio? Son cristianos que se dividen en facciones, que escogen sus armas y pelean. No hagamos eso, nos dice el apóstol; evitemos esta clase de situaciones. Estas son controversias sin sentido e inútiles, que se extenderán como la gangrena. No que estos asuntos no sean importantes, porque lo son en un sentido, pero hay aspectos de las Escrituras en los que los eruditos honestos y serios investigadores encontrarán diferencias. Por lo tanto, lo mejor es evitar las controversias en esos aspectos, sin tomar decisiones finales y causar divisiones por esta clase de cosas.

En segundo lugar, nos dice que evitemos las pasiones arriesgadas. He aquí una palabra de consejo para un joven que sentía en su interior la excitación de la pasión, de los impulsos sexuales y otros anhelos, por vivir en una sociedad saturada de sexo como la nuestra. Los que le rodeaban le decían: "Cualquier cosa vale; satisfácete a ti mismo; no es mas que un deseo natural", y toda la demás propaganda y falsas doctrinas que hoy en día oímos por todas partes. Timoteo se estaba enfrentando con todas ellas, y Pablo le tiene que decir:

En una casa grande, no solamente hay utensilios de oro y de plata, sino también de madera y de barro, unos son para usos honrosos, y otros para usos comunes. (2 Timoteo 2:20)

Esta es una figura preciosa, porque Pablo está hablando acerca del mundo entero como si fuese una gran casa y dice que Dios tiene a ciertas clases de personas en esa casa tan grande. Están aquellos a los que usa para propósitos que no son honrosos, y eso es algo que se encuentra en la historia contemporánea. Dios está usando a hombres y a mujeres para llevar a cabo Su voluntad de diferentes maneras, que nada tienen que ver con la nobleza, es decir, por medio de las guerras. Ninguna guerra es noble, a pesar de lo cual Dios usa a algunos hombres en esas guerras para matar y realizar Sus propósitos. Pero hay otros a los que utiliza para fines nobles, no destructivos, no para causar división, sino para reunir y para edificar, para sanar y armonizar. Cada uno de nosotros será utilizado por Dios de una manera u otra.

Pablo dice que si quiere usted ser usado para propósitos nobles, en lugar de serlo para los que no son nobles, deberá separarse de aquellas cosas que destruyen su vida.

Huye también de las pasiones juveniles y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor. (2 Timoteo 2:22)

Una de las más grandes fuerzas destructivas de nuestro tiempo es el libertinaje en relación con la cuestión sexual, que está destruyendo el tejido de nuestra civilización, a pesar de lo cual, los hombres quedan cegados ante este hecho; pero los cristianos lo vemos con toda claridad y hemos sido instruidos, por lo que esta palabra de consejo es de lo más acertada para nosotros que vivimos en medio de una sociedad que se ha pasado de la raya en cuanto a la libertad sexual. "Huye... de las pasiones juveniles". No las elimines, como dice Pablo en otro lugar, sino da gracias por ellas, andando honestamente y en pureza ante el Señor, y Dios te usará para fines nobles y no para los que no lo son.

Y la tercera trampa o engaño que encontramos en el camino es la actitud de rebeldía:

También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos. (2 Timoteo 3:1)

Quiero hacer notar, de pasada, que los "últimos días" no se refiere a los tiempos del fin de la iglesia en la tierra, sino que incluyen todo el período de tiempo entre la primera y la segunda venida de Cristo. Desde el día mismo en que nuestro Señor se levantó de entre los muertos han sido los "últimos días". Y en estos últimos días, nos dice Pablo, habrá círculos repetitivos de aflicción; y ahora mismo estamos pasando por uno de ellos, en el que la paz brilla por su ausencia en la tierra y los hombres están angustiados; en el que existen extrañas fuerzas demoniacas que actúan en la sociedad, creando terribles problemas; y durante estos tiempos de aflicción veremos representadas ciertas características, de las cuales Pablo nos ofrece una lista:

Habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanidosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, sin templanza, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, engreídos, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella. A éstos, evítalos. (2 Timoteo 3:2-5)

¿Qué es lo que debemos hacer? En este caso, básicamente, nos encontramos ante las características de la rebelión, con una actitud de anarquía. ¿Cómo se puede evitar caer en esa trampa? Bueno, dice el apóstol, lo primero es evitar a esa clase de personas, no uniéndose a su causa. No quiere decir con eso que no podamos hablar con ellas, pero no unirnos a ellas, no participar en esta clase de rebeldía desafiante.

Pero además es preciso recordar que esta clase de rebelión siempre da como resultado una rápida revelación de su debilidad, y eso fue precisamente lo que les sucedió a Janes y Jambre, los dos magos que se opusieron a Moisés ante la corte del faraón (Éxodo 7:11). Además, esta clase de personas actualmente no llegará muy lejos tampoco, pero su insensatez resultará evidente a todos, como sucedió en el caso de estos dos hombres. Esa es una palabra de consuelo en estos tiempos de ilegalidad, en los que nos preguntamos hasta dónde van a llegar las fuerzas impías de la actualidad. Pablo nos dice que no llegarán demasiado lejos, porque su insensatez no tardará en ser evidente para todos.

En la última parte de este capítulo, el apóstol dice a Timoteo cómo librarse, de nuevo con un doble consejo: ser paciente en el sufrimiento y persistente en la verdad. "Recuerda cómo me comporté yo", dice a Timoteo. "Tú me observaste, has visto cómo he soportado todas las pruebas con las que me he tenido que enfrentar. Recuerda que si soportas con tranquilidad el sufrimiento y continúas en la verdad, aferrándote a las Escrituras y a lo que ha dicho Dios, hallarás con seguridad el camino y pasarás por toda clase de complicaciones, peligros y trampas del mundo en el que vives. Y a continuación viene su recomendación final:

Te suplico encarecidamente delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y su Reino, que prediques la palabra... (2 Timoteo 4:1-2a)

Distribúyela; proclámala. No te limites sencillamente a creer en la Palabra; habla sobre ella, cuéntasela a otras personas. Declara la gran verdad que Dios te ha dado.

... y que instes a tiempo y fuera de tiempo. Redarguye [a aquellos que tienen muchas dudas], reprende [a los que cometen muchos pecados], exhorta [a los que están dominados por el temor]... (2 Timoteo 4:2b)

Tres cosas: redarguye, reprende y exhorta, para contrarrestar las características de una época de decadencia. Y Timoteo debe sentirse motivado en ello por estas dos cosas. Primero, ha de hacerlo en vista del hecho de que vive en la presencia de Dios y de Jesucristo. Tenemos a todo un universo que nos está observando, y nuestra fidelidad está siendo observada todo el tiempo. Dios nos está observando, y lo mismo está haciendo Cristo, por lo que debemos vivir ante Su presencia. En segundo lugar, debe hacerlo tenido en cuenta los peligros de los tiempos.

... pues vendrá tiempo cuando no soportarán la sana doctrina, sino que, teniendo comezón de oír... (2 Timoteo 4:3a)

No permitas que suceda esto, le dice Pablo; habla con verdad y proclama la Palabra.

A continuación finaliza con esta maravillosa palabra de testimonio, relacionada con su propia experiencia:

Yo ya estoy próximo a ser sacrificado. El tiempo de mi partida está cercano. He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, Juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida. (2 Timoteo 4:6-8)

Eso es realmente magnífico, especialmente al recordar el ambiente. El apóstol se encuentra encerrado en una diminuta celda, confinado y pasando frío, casi en total oscuridad, escribiendo a la luz de una antorcha que chisporrotea, sabiendo que su destino ya está decidido. Ya ha comparecido una vez ante Nerón, ese desastroso y monstruoso emperador, y tiene que comparecer de nuevo ante su presencia, y sabe bien cuál será el resultado en esta ocasión. Será llevado fuera de las murallas de la ciudad y con un golpe de espada le cortarán la cabeza, que rodará por el polvo, y ese será el fin.

Pero si se da usted cuenta, Pablo mira mucho más allá de esa situación. La muerte no es más que un incidente para el creyente, y Pablo está contemplando el día en que comparecerá ante la presencia misma del Señor, cuando de repente se encontrará ante Él, aunque siempre ha estado ante Él por medio de la fe, y se descubre a sí mismo con el Señor en aquel gran día. Pero mezclado con ese sentimiento hay otro elemento muy humano. Fíjese en lo que dice a Timoteo:

Sólo Lucas está conmigo. Toma a Marcos y tráelo contigo, porque me es útil para el ministerio. A Tíquico lo envié a Éfeso. Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos. (2 Timoteo 4:11-13)

Se siente mentalmente aburrido, solo en espíritu y su cuerpo aterido por el frío. Aunque somos conscientes de que es capaz de ver más allá y contemplar la grandeza de la gloria venidera de Dios, al mismo tiempo vemos su profunda humanidad. No hay nada de malo en ello. Cuando nosotros tenemos frío, o nos sentimos solos o aburridos, podemos admitirlo sin problema, porque eso no es un pecado, pero debemos al mismo tiempo ver más allá de esas circunstancias y añadir la dimensión de la fe, que ve la realidad de un mundo invisible y que cambia toda la dimensión de las circunstancias en las que vivimos. He pensado con frecuencia acerca de Pablo ante la presencia de Nerón. Él dice:

Pero el Señor sí estuvo a mi lado [la primera vez que apareció ante Nerón] y me dio fuerzas, para que por mí fuera cumplida la predicación... (2 Timoteo 4:17a)

¡Qué tremendo desafío!, ¿no es cierto? Pablo tuvo que comparecer ante aquel desgraciado Nerón y proclamar la Palabra completa.

... y que todos los gentiles oyeran. Así fui librado de la boca del león. (2 Timoteo 4:17b)

Esa fue la primera vez que compareció ante él, pero sabe que en esta ocasión la cosa será muy diferente. Y en aquel día en que Pablo apareció por segunda vez ante el emperador, el nombre de Nerón era un nombre honrado entre los hombres y conocido por todo el imperio. ¿Quién había oído hablar de aquel solitario y pequeño judío de Tarso, calvo, con las piernas patizambas y torpe de palabra? Y, sin embargo, 1900 años después, llamamos a nuestros hijos Pablo y a nuestros perros Nerón.

A continuación finaliza con algunas palabras personales a sus amigos. ¡Qué maravillosa es esta epístola! ¡Qué tremendo desafío debió de representar para el corazón del joven Timoteo. A mí me hubiese encantado recibir una carta así de Pablo, ¿a usted no? Y, de hecho, eso es lo que es. También nos está escribiendo a nosotros, para que nos mantengamos firmes, para que sigamos el ejemplo de las sanas doctrinas, para que participemos en los sufrimientos con gozo y con un espíritu de ecuanimidad por causa del evangelio, no devolviendo mal por mal, sino bien por mal, y recordando que Él puede guardar lo que ha depositado en nosotros.

Oración

Padre nuestro, lleno de gracia, cómo han conmovido estas palabras una vez más nuestros corazones, al encontrarnos en un tiempo parecido de deterioro y desesperación. Te pedimos que Tú, que nos has llamado con un llamamiento santo y nos has impartido el Espíritu Santo, y que nos has dado Tu santa Palabra, nos guardes y nos hagas ser fieles. Concédenos la diligencia del granjero, la disciplina del atleta y la dedicación del soldado, que nos pondrán a la altura de los tiempos en los que vivimos. Dios, haz posible que nuestros ojos se eleven por encima de las tinieblas corrientes de nuestra vida diaria, para contemplar las grandes cosas que están más allá de la cortina invisible y para que podamos vernos a nosotros mismos viviendo constantemente en Tu presencia, incluso en esta hora. Desafía nuestros corazones, para que seamos fuertes en medio de la debilidad y para que seamos fieles en medio de todo aquello que es falso. Lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.