Man-made Columns in Ruins Surrounded by God’s Solid Rock

Nuestras armas secretas

Autor: Ray C. Stedman


Esta última sección de la 2ª carta a los corintios contiene algunas de las palabras más fuertes contra la gente que el apóstol haya usado jamás en cualquiera de sus cartas. Por la severidad del lenguaje y el hecho de que parece contrastar con algunos de los pasajes anteriores de esta carta, donde expresa gozo por el arrepentimiento de los corintios, muchos eruditos piensan que este es un fragmento de otra de sus cartas que, de algún modo, ha sido encajado en la 2ª carta a los corintios. Algunos incluso han pensado que pudiera ser la “carta severa” que Pablo menciona antes en esta carta, la cual escribió a la iglesia de Corinto y que se perdió para nosotros. Deberíamos recordar, sin embargo, que cuando él escribió esta, como ocurría con muchas de sus cartas, estaba viajando de un lugar a otro. Dictaría las cartas de noche, y esta es probablemente la causa de algunos de estos cambios repentinos de tema con los que nos encontramos en sus escritos de vez en cuando.

Es obvio que aquí él ciertamente cambia de tema muy bruscamente con respecto a lo que estaba diciendo en los capítulos 8 y 9. Cuando además notamos que las cortantes palabras que usa en esta última sección no están dirigidas contra la iglesia como conjunto, sino contra un grupo especial de maestros de entre los corintios, los cuales estaban enseñando falsas doctrinas, usted podrá entender que este es un tema que podría muy bien ocupar su atención al concluir esta carta.

Este es un pasaje muy útil para nosotros porque tenemos muchos falsos maestros en la iglesia hoy también. Algunos de ellos son descarados, flagrantes y fáciles de reconocer. En todas las congregaciones tenemos gente que está siendo influenciada por la secta Moon de Sun Myung Moon, el “mesías” coreano. Él está ahora captando la atención de muchos jóvenes, especialmente aquí en el área del Bay, inspirándoles la esperanza de que él va a ser el Mesías esperado para liberar a las naciones. Luego tenemos a los mormones. Van por ahí de puerta en puerta intentando convencer a la gente de que el Libro de Mormón es historia auténtica. Enseñan extrañas doctrinas que no se corresponden con las Escrituras, y encima intentan esconderse bajo el disfraz genérico de ser cristianos evangélicos. Algunos están siendo desviados por ellos. Luego está el grupo Hare Krishna. Nos abordan en el aeropuerto, colocan una flor en el ojal de su solapa y procuran entablar una conversación sobre asuntos espirituales para exponer sus enseñanzas. También están los cienciólogos, los seguidores de Est, y tantos otros grupos de estos días.

Algunos son más sutiles. Están dentro de la iglesia misma, tales como los que profesan la meditación trascendental y varios movimientos de automejora. Están los “cristianos homosexuales”, como ellos se llaman a sí mismos, quienes han formado iglesias que enseñan que la homosexualidad es un estilo de vida aceptable entre los cristianos. Y luego están muchos que son, quizás, incuestionablemente evangélicos, y sin embargo están enseñando legalismo, elitismo espiritual o fomentando alguna experiencia especial como atajo hacia el poder espiritual. Por tanto, pueden ver que estos pasajes de la 2ª carta a los corintios son de importancia para nosotros. Podemos entender algo de la preocupación del apóstol por esta clase de cosas en la iglesia de Corinto.

Pues bien, todos estos grupos y todos estos individuos tienen una cosa en común. Lo sepan o no, están siendo usados por el diablo como una herramienta para descarrilar la iglesia, si pueden, para robar a los cristianos su libertad y gozo en el Señor, y para oponerse y derrotar al evangelio en su poderoso ministerio de liberación dentro de una comunidad o nación. Así que el apóstol escribe con mucho sentimiento sobre ello. Veremos ahora esto al mirar las palabras de apertura del capítulo 10:

Yo, Pablo, os ruego por la mansedumbre y bondad de Cristo, yo, que cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros, pero que cuando estoy lejos soy atrevido con vosotros, os ruego, pues, que cuando esté presente, no tenga que usar de aquel atrevimiento con que estoy dispuesto a proceder resueltamente contra algunos que nos tienen como si anduviéramos según la carne. Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. (2 Corintios 10:1-6)

Usted puede ver que estas son las palabras de un pastor fiel que ve a sus ovejas bajo el ataque de lobos vestidos con piel de oveja. Están entre ellos con apariencia de cristianos, pero están enseñando algunas herejías destructivas. Pablo normalmente no habla áspera o severamente. De hecho, en este primer versículo se refiere a sí mismo de la misma manera que sus enemigos en Corinto le estaban describiendo: “yo, que cuando estoy presente ciertamente soy humilde entre vosotros, pero que cuando estoy lejos soy atrevido con vosotros”. Eso es lo que estos maestros estaban diciendo de él en Corinto: “No le hagáis ningún caso a Pablo. Es sólo un tigre de papel. Suena muy impresionante cuando escribe, pero cuando viene es muy manso e insignificante”. Pablo dice: “Eso es lo que están diciendo de mí, pero… ”. Él liga esto con la mansedumbre y gentileza de Cristo.

Nuestro Señor era, en efecto, manso y gentil, pero hubo ocasiones en que habló muy severamente. Cuando echó a los cambistas de dinero fuera del templo sus ojos echaban chispas y su brazo se alzó en acción violenta contra aquellos que estaban destruyendo al pueblo de Dios. Pablo dice: “Cuando vaya, ese será también el modo en que me comporte. Estoy completamente preparado para emplear todas las armas a mi disposición”.

La gran pregunta que tenemos que hacer sobre este pasaje es, por supuesto: ¿Cuáles son esas armas a las que se refiere Pablo? ¿Qué pueden usar los cristianos para contrarrestar a las sectas que nos rodean? ¿Cómo respondemos cuando vemos a un ser amado o a toda una comunidad de creyentes amenazados por el error, por una falsa idea que puede adueñarse de una iglesia, una comunidad o incluso una nación entera? Me permito sugerir que estos son problemas muy relevantes. Aquí mismo, en el condado de Santa Clara estamos hoy enfrentados a una poderosa amenaza de la comunidad homosexual de imponer, por ley, un estilo de vida perverso sobre los jóvenes en las escuelas y las instituciones públicas. Los cristianos están preguntando con razón: “¿Cómo podemos oponernos a esto? ¿Qué armas podemos emplear?”.

No sólo eso, sino que nos encontramos nosotros mismos acosados y bombardeados diariamente por temas sexuales que implican que cualquier forma de sexualidad es aceptable. Somos constantemente asaltados por eslóganes groseros y ofensivos en las pegatinas de los coches, en los carteles y en los anuncios de la televisión. La revista Time recientemente admitió que es imposible ver las noticias de la noche sin ser sometido a una riada de disertaciones de treinta segundos sobre hemorroides, tampones, desodorantes femeninos, curas para el mal aliento y el estreñimiento. Los camellos de la droga hacen todo lo que pueden por enganchar a nuestros jóvenes a los narcóticos. Los que hacen pornografía nos la meten por las narices en todos los quioscos de prensa. Los profesores apoyan abiertamente el marxismo y la revolución en sus clases. La inflación merma el valor del dólar todos los días, mientras los políticos continúan pronunciando palabras vacías sin hacer nada al respecto. ¿Tiene alguna vez, como yo, un gran sentimiento de frustración y una creciente sensación de desesperación por estar tan indefenso? Estoy seguro de que sí. ¿Cómo detenemos esta caída cuesta abajo hacia el desastre nacional? Bien, escuchen de nuevo estas palabras:

Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas... (2 Corintios 10:3-4)

No sé por qué la Versión Estándar Revisada de la Biblia en inglés puso aquí la palabra “mundo” en lugar de la palabra “carne”. El texto no dice: “no militamos según el mundo”. Lo que dice en realidad es: “no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales”. Pero, en cierto sentido, puedo entender por qué han cambiado esa palabra, porque "la carne” y "el mundo” están muy estrechamente ligados.

"La carne”, como se podría definir en las Escrituras, es lo que podríamos llamar egoísmo heredado, ese egocentrismo de la vida que todos nosotros tenemos sin excepción y que persigue nuestro propio interés a costa del de todos los demás. Pues bien, cuando usted pone un montón de individuos egocéntricos juntos y les pide que trabajen y planifiquen juntos, se obtiene una sociedad gobernada carnalmente. Eso es lo que la Biblia llama “el mundo”, una sociedad dedicada a la defensa de sus propios intereses, a proteger sus propios derechos. Está así inevitablemente enzarzada en eternos conflictos. Eso es “el mundo”, y eso es lo que los traductores, sin duda, tenían en mente cuando usaron el término “mundo” aquí.

Así que Pablo dice que no empleemos las armas de la carne. ¿Cuáles son esas armas? ¿Qué usa el mundo para intentar solucionar los problemas que reconoce en la sociedad? Bueno, usted sabe lo que usa: coerción, manipulación, grupos de presión, avenimientos, manifestaciones que al final acaban en gritos, puños cerrados y brotes de enfrentamientos, boicots, piquetes y huelgas, en un intento de presionar a la gente para que haga lo que los otros quieren. Estas son las armas del mundo. No tiene otras. Así que es comprensible que aquellos que están gobernados por la carne busquen la utilización de armas carnales para conseguir que las cosas se hagan. Pero el testimonio universal de la historia es que no funcionan. Seguimos teniendo los mismos problemas que hemos tenido durante siglos. Nunca nos desharemos de ellos. Sólo los reorganizamos con estos métodos de modo que parece que tienen otra forma durante un tiempo, pero pronto nos encontramos de nuevo con lo mismo o algo peor. Esa ha sido la ininterrumpida experiencia de la historia. Nadie puede negarlo.

Bueno, entonces, ¿cuáles son nuestras armas? Pablo deja claro que no son esas. Los cristianos no han de usar la coerción, manipulación, grupos de presión, acuerdos y conflictos para oponerse al mal en medio de nosotros. Tenemos otras armas, dice él. Son potentes, son poderosas, consiguen algo. Destruirán “fortalezas” de maldad, dice. Pero cuando usted se pregunta a sí mismo: "¿Cuáles son estas armas?", encuentra que no hay respuestas en este pasaje. El apóstol evidentemente entiende que los corintios saben cuáles son. Se ha referido a ellas en varios lugares de sus cartas. Las encontramos desperdigadas por todas las Escrituras, así que tenemos que ir a otros pasajes para entender de qué está hablando aquí. Pero sí que tenemos armas espirituales que son poderosas contra las fuerzas de las tinieblas.

La que pondríamos en primer lugar, estoy seguro por las Escrituras, es la verdad. Al cristiano se le da un conocimiento de la vida y la realidad que los otros no tienen. Sabemos lo que hay detrás de las fuerzas que obran en nuestra sociedad hoy, y deberíamos saber cómo conducirnos para superarlas. Tal como Pablo dice en Efesios: “... no tenemos lucha contra sangre y carne…” (Efesios 6:12a). Nuestro problema no es la gente, por mucho que la identifiquemos ―como hace el mundo que nos rodea― como el problema. Las Escrituras dicen: “No, no es la gente”, sino que, mejor dicho, luchamos “contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12b). Luchamos contra poderes espirituales que están detrás de la escena. Tenemos que entender eso.

De eso es de lo que toda la verdad trata. La verdad es realismo. Lo maravilloso de la Palabra de Dios es que, cuando usted entiende el mundo tal como la Biblia lo ve, entonces está mirando a la vida tal como es realmente. No conozco nada que sea más valioso que eso. Por eso es tan importante que entendamos las Escrituras, que renovemos nuestras mentes con ellas todo el tiempo, pues, con el constante bombardeo de ilusiones y errores con que nos enfrentamos cada día, es fácil dejarse llevar de nuevo a pensar de la manera que piensa todo el mundo a nuestro alrededor. A menos que nuestras mentes sean renovadas por el Espíritu, y revitalizadas por el recordatorio de cómo es la vida realmente y a lo que realmente nos enfrentamos, nos encontraremos actuando exactamente como los demás. Así que, la primera y mayor arma de todas es la verdad. La verdad tal como es en Jesús.

Al leer los evangelios, vemos que Jesús es un hombre que entiende la vida. Él no actúa como cualquiera porque Él verdaderamente ve lo que está pasando. Él ignora muchos de los síntomas visibles y ataca directamente al meollo, a la causa de ciertos eventos. Por eso, lo que hacía era tan diferente del mundo que le rodeaba. Si vamos a seguirle, no adoptaremos los métodos del mundo, ni caeremos bajo la influencia de estos enfoques fatales de los problemas. Empezaremos a ver las cosas de manera diferente.

Y, en todas partes de las Escrituras, la Palabra de Dios relaciona la verdad con el amor: “siguiendo la verdad en amor” (Efesios 4:15). El amor es un arma poderosa. Cuando usted empieza a tratar a la gente con cortesía en lugar de ira, cuando usted los acepta como a personas con sentimientos iguales a los suyos y entiende que ellos también están luchando con problemas y que ven las cosas desenfocadas como usted mismo hace a menudo, cuando empieza a tratarlos como a gente en apuros que necesita ayuda ―eso es el amor―, entonces usted cambia el cuadro totalmente.

Esa es una de las razones por las que los cristianos deben tener mucho cuidado en cómo se acercan a la comunidad homosexual hoy. Estos son personas doloridas y desesperadas que han sido grandemente heridas por factores que ellos piensan que están bien, pero que son muy destructivos. Necesitamos entender eso y tratarlos con ternura y cortesía, incluso aunque estemos en contra de las convicciones que ellos están intentando inculcarnos e imponernos. El amor es una fuerza poderosa. Esto lo decimos de labios para afuera cuando citamos el capítulo 13 de 1ª de Corintios, pero, ¿con cuánta frecuencia lo ponemos en práctica?

Luego, enlazada con esto, en todas las Escrituras está la fe. La fe es el reconocimiento de que Dios está presente en la historia. No nos ha dejado solos para que vayamos tropezando en nuestro camino. Dios está obrando. El Señor Jesús está sentado ocupándose de todas las naciones de la tierra: “... el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre” (Apocalipsis 3:7). La fe cree eso y espera que Él haga algo. En el capítulo 11 de Hebreos, tenemos la gran crónica de los hombres y mujeres normales y corrientes como usted y yo, quienes hallaron por fe que podían detener las bocas de los leones, abrir las puertas de las prisiones, y cambiar el curso de la historia. La fe no es meramente un ente religioso para la gente que va a la iglesia. La fe desciende aquí mismo y agarra los acontecimientos humanos y cambia el curso de la historia a través de ellos.

Ligada con la fe está la oración. El poder de la oración se presenta ante nosotros a lo largo de todas las Escrituras. Somos exhortados constantemente a llevar a la oración de la gente creyente la situación en que nos encontremos, individual y corporativamente, orando juntos para que Dios se mueva y cambie las cosas. Una y otra vez las crónicas testifican que los acontecimientos han sido drásticamente alterados por cristianos que oran.

Con esto deberíamos también enlazar el servicio de amor. Las Escrituras dicen: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os odian y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (Mateo 5:44, Lucas 6:27-28); y ministrad a aquellos que os tratan mal o abusan de vosotros. Haced algo bueno a cambio. ¿Cuándo fue la última vez que usted hizo eso? Eso es lo que cambia la historia: cuando los cristianos actúan de forma diferente. Usted nunca encontrará a los que no son cristianos haciendo eso. Su exigencia es desquitarse, exigir justicia. Los cristianos tienen que recordar que si hubiera justicia todos estaríamos en el infierno. Por lo tanto, misericordia es lo que se necesita. Devolver bien por mal es un arma poderosa que podemos emplear.

Pablo usa una palabra muy vigorosa para describir los errores que estamos atacando. Les llama “fortalezas”. Esa es una palabra sacada de la vida militar de su tiempo, y se usa una sola vez en las Escrituras. Describe un castillo con sus fosos, sus murallas, sus almenas y sus torres, que está defendido por un puñado de hombres firmes y determinados. La historia cuenta que muchas veces un castillo así ha resistido durante semanas, meses y años contra una fuerza atacante, porque era muy difícil sacar a sus defensores. Así que esa palabra describe vívidamente algunos de los males de los que estamos hablando esta mañana. ¿Por qué es tan difícil tratar con la cuestión de la homosexualidad hoy día? ¿Por qué encontramos tan correoso tratar este asunto? La ruptura del hogar y la creciente tasa de divorcios son otras fortalezas del mal. El tráfico de drogas es otra. ¿Qué hace usted contra estas cosas? Pablo describe en el versículo 5 algunas de las cosas que dan fuerza a estos poderes del mal. Dice:

… derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo... (2 Corintios 10:5)

La primera es “argumentos” (“razonamientos” es la palabra literal). Quiere decir las racionalizaciones con las cuales se apoya y defiende un error. ¿Ha notado alguna vez que cuando usted se altera por algunas de las cosas que están sucediendo en nuestros días y decide hacer algo al respecto, pronto se enfrenta a argumentos que el otro bando usa para defenderse a sí mismo y que suenan casi irrefutables?

Justo el otro día vi un panfleto emitido por la comunidad homosexual de San José para defender su derecho a la aceptación pública del estilo de vida homosexual. Estaba encabezado por estas palabras: “¿Nos atrevemos a perder nuestro derecho a amar?”. El derecho a amar. ¿Qué puede haber de malo en eso? Después de todo, ¿no tiene la gente derecho a amar? Y seguía para mostrar que todos los que están intentando quitar este “derecho a amar” al estilo homosexual, son unos estrechos de mente, fanáticos amargados que salen a privar a los demás de una cosa muy hermosa y maravillosa. Al leerlo suena lógico. ¿Quién no quiere conservar el “derecho a amar”? Es muy difícil contestar a este tipo de argumentos.

Pero Pablo dice que eso es lo que la verdad, el amor, la oración y la fe harán. Revelarán que tras estos argumentos hay suposiciones vacías, conjeturas poco realistas que no son verdad. Se puede demostrar que la homosexualidad, por ejemplo, no es amor en realidad. Los homosexuales sinceros admiten que no están satisfechos; sus vidas no se enriquecen por este estilo de vida. Más bien se encuentran a sí mismos desesperadamente lanzados a la búsqueda de algo que nunca pueden encontrar, experimentando una depresión creciente, y se decepcionan conforme lo buscan.

Aquí es donde un cristiano puede llegar con un toque de amor y unas palabras llenas de verdad, y señalarles que eso es exactamente lo que les pasa. Eso es lo que Jesús hizo con la mujer en el pozo de Samaría. Trató su interminable búsqueda de felicidad en el matrimonio mostrándole que estaba en una persecución inútil que no podría acabar sino en una insatisfacción más extrema, pero que él tenía el verdadero don que satisface y se lo daría si ella lo tomaba. Ese es el acercamiento cristiano. Destruye esos argumentos y esos razonamientos.

La segunda cosa que Pablo menciona es: “toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios”. ¿Sabe usted qué altivez es esa? Si usted lee los escritos que defienden el error hoy día, verá a cada paso alguna arrogante declaración sobre la habilidad humana que está muy lejos de la realidad. Leerá declaraciones sobre lo inteligentes que son los hombres, que entienden la vida, que pueden manejar todos sus problemas y que no necesitan ayuda alguna. A estas suposiciones arrogantes de acierto y poder es a lo que Pablo se está refiriendo, esta extraña locura que hace a los hombres pensar que pueden manejar el mundo y la vida sin más sabiduría que la suya propia. Una y otra vez encontramos esto, y la gente se ofende si se atacan estas ideas de cualquier manera.

La última cosa es un asunto muy personal: los pensamientos que vienen a nuestra mente y corazón. Aprendemos a: “llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo”. La palabra que Pablo usa y a lo que se refiere es a las imaginaciones de nuestras mentes. Estas son las fantasías en las que nos complacemos, los sueños de poder y éxito que alimentamos sin cesar, las cosas lujuriosas con las cuales intentamos satisfacer deseos sexuales internos usando la pornografía, mentalmente, si no abiertamente. Usted nunca ganará la batalla mientras se permita a sí mismo complacerse en esa clase de fantasías. Por eso es por lo que el apóstol, con todo realismo, nos enfrenta con el hecho de que debemos llevar estas cosas cautivas a Cristo y no permitirles más que capturen nuestras mentes y corazones. Esto se conquista a base de verdad, amor, fe, justicia, oración y servicio. Estas son las armas de nuestra guerra.

Una vez que estas cosas están conquistadas, una vez que realmente las encaramos y no permitimos más que gobiernen nuestras vidas a causa de la verdad que Dios nos ha mostrado, entonces debemos ser rápidos y estar alerta manteniendo una prontitud que lidie con el retorno de estas tres cosas malas. A eso se refiere Pablo en el versículo 6:

... y estando prontos a castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. (2 Corintios 10:6)

Eso significa que, una vez que usted haya sido liberado de su debilidad interior que le hace inutilizable para la guerra espiritual de hoy, debe mantener un estado de alerta para lidiar prontamente con cualquier retorno de estas cosas. No conozco nada más práctico que esto. Mucha gente lucha durante años contra debilidades de sus vidas y se preguntan por qué no pueden llegar a ninguna parte. Pero ellos están tratando de detener el acto, no el pensamiento interno que lo precipita. Se permiten a sí mismos un coqueteo interior con cosas feas y dañinas, proyectos ambiciosos, donde se ven a sí mismos como el héroe sobre el caballo blanco siempre cabalgando para liberar a la damisela de su aflicción, ganándose la atención de multitudes alrededor, o dando rienda suelta a la lujuria y reproduciéndola una y otra vez en el video de su mente. Luego se preguntan por qué son tan débiles cuando se presenta la oportunidad de pasar a la acción. El campo de batalla está en la vida de nuestro pensamiento; eso es lo que Pablo nos está diciendo. Cuando ganamos esa batalla, entonces debemos tener cuidado de castigar cada desobediencia después de que nuestra obediencia ha sido completa, después de haber aprendido lo que se requiere para caminar con Dios.

El problema no es el mundo. Es la iglesia, ¿no es verdad? Somos nosotros los que no usamos las armas a nuestra disposición. En su lugar, cedemos y seguimos la corriente a puntos de vista mundanos, usando tácticas de presión de grupos y demandas, buscando superar con leyes los errores de nuestros días. Que Dios nos ayude a entender la naturaleza de la guerra espiritual. Las armas de nuestra guerra no son esa clase de tácticas mundanas. Son poderosas. La causa no está perdida. No estamos indefensos; hay mucho que podemos hacer. Deje que un solo cristiano empiece a actuar siguiendo las líneas de la revelación de las Escrituras a este respecto, y las cosas empezarán a cambiar.

Cualquiera de nosotros puede empezar a cambiar las cosas, en nuestras vidas individuales, en nuestros hogares, en nuestras comunidades, donde trabajamos, donde sea. Empecemos a enterarnos de la verdad sobre la vida en las Escrituras, a actuar en amor en vez de con rivalidad y en competición, a confiar en que Dios obrará mientras obremos con fe, a orar y unirnos a otros en oración, y Él lo hará así. Comencemos a vivir santamente nosotros mismos, mantengamos la integridad en medio de estas desviaciones y sirvamos con amor a aquellos que se nos oponen. Encontraremos que empezarán a suceder rápidamente cambios tremendos al permitir Dios que estas armas destruyan las fortalezas de oscuridad y maldad que nos rodean. ¿Puede usted encontrar algo más retador para nuestros días que eso? Dios ha puesto en nuestras manos la oportunidad de cambiar nuestra nación, nuestras comunidades, nuestros hogares, dondequiera que estemos. Que Dios nos conceda que lo hagamos. "Vosotros sois la sal de la tierra" (Mateo 5:13a). "Vosotros sois la luz del mundo" (Mateo 5:14a).

Oración:

Gracias, Señor, por esta mirada sincera a lo que somos. Perdónanos por nuestro fracaso en creerlo. Ayúdanos de aquí en adelante a empezar a usar las armas de nuestra guerra, a actuar como deberíamos estar actuando y a reaccionar como deberíamos reaccionar. Llámanos a este trabajo desafiante y grande de cambiar el mundo actual por el poder que nos has conferido por medio del Espíritu Santo y la verdad de Tu Palabra. Lo pedimos en el nombre de Jesús nuestro Señor. Amén.